El presidente brasileño, Michel Temer, viajó hoy hacia Nueva York, donde el martes próximo inaugurará la Asamblea General de las Naciones Unidas, 20 días después de haber sido confirmado en el cargo tras la destitución de Dilma Rousseff.
EFE
La ahora exmandataria fue despojada de su mandato el pasado 31 de agosto tras un juicio político celebrado por el Parlamento, que la halló culpable de irregularidades fiscales, y Temer, quien ya la sustituía en forma interina desde mayo, completará el período que vence el 1 de enero de 2019.
El nuevo mandatario, sólo veinte días después de confirmado en el cargo, pronunciará el discurso con el que, el próximo martes, será inaugurado el 71º período de sesiones de la Asamblea General, que por tradición le corresponde a Brasil desde 1947.
“Será un escenario para mostrar el posicionamiento de Brasil en un momento delicado de su política interna”, explicó esta semana en una rueda de prensa el subsecretario de Asuntos Multilaterales de la cancillería brasileña, Fernando Simas.
El diplomático no adelantó el contenido del pronunciamiento de Temer, pero sí indicó que las líneas generales del discurso estarán centradas en la “política exterior de Estado” que mantiene el país.
En ese sentido, dijo que el presidente se centrará en asuntos de interés de la propia ONU, como la seguridad y la paz mundial, las amenazas al medio ambiente, el multilateralismo y la situación de la economía global.
En ese contexto, fuentes oficiales dijeron a Efe que se propone también explicar la situación económica del propio Brasil, sumido en una profunda recesión, y las medidas que su Gobierno ha adoptado en las últimas semanas para intentar volver al camino del crecimiento.
Esas medidas serán abordadas en profundidad en dos seminarios con empresarios estadounidenses y agentes del mercado financiero que Brasil organizará en Nueva York el próximo miércoles y en los que se ha anunciado la participación de Temer y de su ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, el “hombre fuerte” de su equipo económico.
Además de un severo ajuste fiscal y un fuerte recorte del gasto público, el nuevo Gobierno brasileño se ha propuesto un ambicioso programa de apertura al sector privado nacional y extranjero, que implicará nuevas concesiones de obras y servicios públicos y hasta la privatización de empresas actualmente en manos del Estado.
Ese plan abarca aeropuertos, puertos, autopistas, ferrocarriles y obras de saneamiento básico, que serán ofrecidos en concesión o totalmente privatizados, según se definirá caso a caso.
El Gobierno también espera la aprobación parlamentaria de una reforma de las leyes que rigen el área de hidrocarburos, que anulará la obligatoriedad de que la estatal Petrobras opere, así sea como socia, en todas las áreas de explotación del llamado presal, que atesora ricos yacimientos en aguas profundas del océano Atlántico.
Las previsiones oficiales apuntan a que esa reforma será aprobada antes de fin de año, con lo que durante el primer semestre de 2017 serían ofrecidas a capitales privados las primeras áreas de ese horizonte petrolero situado frente a las costas de Río de Janeiro.
Temer, quien llegará esta misma noche a Nueva York, tendrá su primer compromiso oficial mañana, cuando participará en una cumbre sobre los refugiados que ha sido promovida por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Durante su estancia en Nueva York, Temer también tiene previstas reuniones bilaterales con el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, y los mandatarios de Angola, José Eduardo Dos Santos, y Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.