Playas paradisíacas, arrecifes de coral rebosantes de vida marina y los enigmáticos restos de la cultura maya son los grandes atractivos de esta isla del Yucatán mexicano.
Por Viajar Ahora
Ciudad de México, 16 de septiembre (SinEmbargo/ElDiario.es).– Para los antiguos, este trozo de selva de 48 kilómetros de largo y 14 de ancho, era el hogar de Ixchel, la diosa del amor y la fertilidad. Por ello, y como reverencia a su labor creadora, los pobladores del lugar erigieron numerosos templos en su honor. Como señal de gratitud, la mismísima diosa regaló a los isleños una gran cantidad de golondrinas, sus aves preferidas, razón por la cual recibió el nombre de Kosom Lumil, o tierra de las golondrinas en el antiguo lenguaje yucateco. Los españoles entendieron Cozumil y de ahí el nombre de este pedazo de paraíso enclavado a escasa distancia de la Riviera Maya.
Son 447 kilómetros cuadrados que resumen a la perfección las principales señas de identidad de la Península del Yucatán; selvas, cenotes,playas paradisíacas protegidas con arrecifes coralinos y una magnífica colección de yacimientos arqueológicos de la cultura maya. Paraíso ideal para alternar la playa con la exploración de los secretos de una de las civilizaciones más fascinantes de Mesoamérica.
Uno de los puntos fuertes de la isla, a la que se llega tras una breve travesía desde la vecina Playa del Carmen, es su estado de conservación; más del 90 por ciento del territorio se encuentra en estado virgen; desde la llegada de los españoles, allá por los años 20 del XVI, la isla vivió un progresivo declive demográfico que devolvió a la selva los antiguos campos de cultivo. Las acequias, las terrazas y las casas de adobe fueron tragadas por la floresta que sólo no pudo con las pirámides, con los templos, con las piedras venerables dedicadas a rendir homenajes a los seres sobrenaturales del complicado panteón maya. Y ahí quedaron como testigos de lo que fue la Kosom Lumil de los mayas.
En San Miguel de Cozumel se concentra la práctica totalidad de la oferta alojativa, de restauración y comercial de la isla. Ciudad chata que, gracias a los dioses, no se desparrama sin control hacia el interior y ocupa un rincón discreto. Desde aquí el viajero puede acceder al impresionante cordón de playas que, hacia el sur, ocupan toda la costa oeste de la isla: Playa Azul, Las Uvas, San Francisco, Playa Mía, Don Sancho… Todas de arena banca finísima y de aguas calmas protegidas por una de las formaciones coralinas continuas más grandes de la región.
Lugar ideal para iniciarse en la práctica del submarinismo o nadar entre peces tropicales con la única ayuda de unas gafas y un tubo de respiración. Un buen lugar para descubrir la riqueza de las aguas que rodean a la isla es el Parque Chankanaab, que alterna arrecifes de coral y una preciosa laguna interior. Todo lo contrario de lo que sucede en la costa oeste que, cara al mar abierto, es zona de aguas más bravas sujetas a fuertes corrientes. Hacia el norte, los más románticos pueden darse un chapuzón en las playas de Isla Pasión, un lugar que, en los últimos tiempos, se ha convertido en escenario recurrente de ceremonias nupciales.
Pero los que llegan a Cozumel lo hacen buscando algo más que playas. Pese a que la isla es pequeña, en su superficie se han localizado hasta 25 centros arqueológicos que ponen de manifiesto la importancia que el lugar tuvo durante la época maya. Una visita al Museo de la Isla de Cozumel donde uno puede empezar a sumergirse en la apasionante historia de este pequeño trozo del Yucatán mexicano.
Otra visita recomendable, antes de adentrarse en la selva en busca de los restos de los mayas, es el Parque Discover México, un curioso parque temático que, a través de impresionantes maquetas, hace un recorrido por los principales edificios históricos de México y que, como no podía ser de otra manera, da un papel protagonista a la cultura maya. Ideal para ir con niños e interesarlos con la visita a los yacimientos.
La mayoría de los viajeros que llegan aquí por la mañana para irse en el último barco de la tarde se limitan a caminar entre los muros de San Gervasio, el yacimiento maya más importante de la isla. Aquí se levantó durante siglos el santuario más importante de la diosa Ixchel a la que todas las mujeres maya debían peregrinar al menos una vez en su vida para dar gracias por los hijos recibidos.
Es una buena manera de iniciar la exploración de la costa norte de la isla que es el sector que más restos arqueológicos atesora. Camino de Punta Molas, el viajero curioso puede parar en los yacimientos de San Benito, Los Cocos, Castillo Real, Las Grecas, Aguada Grande y Punta Molas, que se encuentra a escasos metros del faro que indica el extremo más septentrional de la isla. No es mal plan alternar ruinas y playa en un paseo por la costa este cozumelense camino de Punta Molas. El camino, que corre en paralelo a las playas, tiene una longitud de unos 20 kilómetros desde la intersección con la Carretera Transversal
Ya hacia el Sur, una parada obligada es el poblado de El Cedral, lugar en el que los españoles establecieron la primera ermita cristiana de la isla que aún puede verse entre los restos de la antigua ciudad maya. Este lugar es famoso en todo México por su colorido festival del Día de la Cruz (primera semana de mayo) en el que, además de la festividad cristiana se conmemora la acción milagrosa de un crucifijo durante la Guerra de Castas, una revuelta protagonizada por la población de origen maya que duró más de 50 años y culminó en 1901. Muy cerca se encuentra el Rancho Buena Vista que ofrece excursiones a caballo hasta las ruinas mayas del mismo nombre.
La selva baja, formada por matorrales y árboles bajos, se junta con el mar en torno a la Punta de Celaráin, extremo sur de la isla y punto culminante delParque Nacional Arrecifes de Cozumel. Aquí, la costa se da un respiro entre la playa y el inicio del tapiz vegetal propio del área y permite que la roca y el manglar se adueñen de un paisaje marcado por las marismas que forma la Laguna de Colombia, un humedal a medio camino entre el mar y el interior que ocupa todo el extremo meridional del territorio insular.
Este el hogar de una pequeña colonia de cocodrilos, numerosas aves marinas, lugar habitual de desove de tortugas y una de las principales atracciones del Ecoparque de Punta Sur. Este lugar resume a la perfección toda la esencia de Cozumel; cuenta con playas de ensueño donde uno puede practicar el buceo, tostarse al sol y maravillarse con la fecunda historia local. La Tumba del Caracol es un pequeño templo maya construido en honor de la diosa Ixchel que, según la tradición local, estaba cubierto de caracoles que, estratégicamente colocados, avisaban de la llegada de vientos huracanados procedentes del interior del océano; a pocos metros del yacimiento se levanta el Faro de Celaráin, magnífica torre de observación del sur cozumelense y, también, sede de un coqueto Museo Marítimo que resume la rica historia naval de la isla en la que no pueden faltar las leyendas de galeones españoles cargados de oro y los piratas.
CUÁNDO IR
Los mejores meses para ir a Cozumel son los que coinciden con el final del invierno y principios de la primavera; eso es, febrero, marzo y abril. Las temperaturas medias oscilan entre los 20 grados de mínima y los 30-35 de máxima con niveles de lluvia bajos para la zona. La temporada de tormentas, ciclones y huracanes se inicia el 1 de junio y termina el 30 de noviembre. Los peores meses para viajar son los de septiembre y octubre.