El Helicoide, 19 de septiembre de 2016.
Hoy cumplo 2 años desde que fui detenido en mi ciudad natal San Cristóbal, y trasladado hasta El Helicoide en la ciudad de Caracas. Desde entonces, mi familia viaja cada dos, tres semanas y a veces hasta un mes para poder verme el día de visita. Para ellos significa un largo recorrido de 800 kilómetros para poder darnos un abrazo, compartir la comida que me traen, y donde siempre detrás de las risas se escapan las lágrimas. Mi madre hace un sacrificio para visitarme ya que padece de la cervical y el viaje le afecta mucho, pero por un hijo ella lo hace y no me abandona en esta cárcel política.
El tiempo aquí pasa entre visita de abogados, salidas al sol y visitas familiares; las cuales me dan nostalgia, al ver a todos compartir con sus familias; y yo con personas que aunque no son mi familia se han vuelto muy importantes para mi y difíciles de olvidar. Aquí comparto con otros presos políticos que aunque no los conocía, se han vuelto como mi familia. A mi llegada al Helicoide, ellos me recibieron y fueron generosos ayudándome. Hoy yo sigo el ejemplo de mis compañeros facilitándoles a los que continúan llegando por persecución política con cosas como una pasta dental, una toalla o algo de ropa.
Mi vida ha cambiado drásticamente y he pasado dos años por momentos muy duros. No pierdo la fe de pronto obtener justicia y salir en libertad para regresar a mi hogar en San Cristóbal, y que no solo sea mi libertad sino la del resto de presos políticos. Sé que afuera están pendientes de nosotros, los presos políticos venezolanos que mantenemos nuestros principios democráticos.
Reciban mi abrazo en estos dos años de mi detención, se despide prisionero político,
Juan Pablo Giraldo Ochoa