De cada diez aviones, ocho llegan al aeropuerto internacional de Tocumen con un número considerable de venezolanos que buscan establecerse en Panamá, pero la “tierra prometida” no resulta tan acogedora como hace poco más de diez años, cuando los capitales nacionales le dieron vuelo a la economía local, en especial, al mercado de bienes raíces, publica 2001.com.
Jhuansukivy Betancour
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Hoy, muchos tienen que negar su nacionalidad, cambiar el acento para pasar por colombianos y hasta por panameños, para escapar de la creciente xenofobia que cierra la posibilidad de conseguir empleo.
En las redes sociales hay una efervescencia de rechazo a lo venezolano, un fenómeno que no existía (o no era tan evidente) hace pocos años. Entre la hostilidad de los panameños, los altos precios en los artículos básicos y la legalización de los papeles, los venezolanos que emigraron hacia ese destino, como solución, cada vez lo piensan más para quedarse, y no descartan la posibilidad de retornar a su país natal.
Visas para un sueño
De cada 10 extranjeros que solicitan la residencia provisional o permanente, siete son venezolanos, según la página oficial del Servicio Nacional de Migración de Panamá.
A pesar de que hay una variedad de tipos de residencias y visas de trabajo, cada vez se colocan más “trabas” para otorgarlas.
Por ejemplo, hasta el 2014 los montos para abrir una cuenta en un banco local para poder realizar todo el proceso migratorio eran 50 dólares. Ahora hay bancos que piden hasta 3.500 dólares, tomando en cuenta que todos los papeles que necesitan para tener una “tranquilidad legal” están entre ese monto y 7.000 dólares, este último monto lo aplica a aquellos que entran bajo la condición de “países amigos” (venezolanos que tienen las nacionalidades italiana, española, portuguesa, china, entre otras; por tener un vínculo sanguíneo con alguien de estos países y haber recibido papeles por dicha conexión familiar).
En busca de la visa también se puede homologar el título de las profesiones u oficios que no están restringidos para el extranjero; pero, aunque suene muy fácil, el proceso a veces tarda más que cualquier otro, porque nada más la homologación en la Universidad Nacional de Panamá puede durar ocho meses, tomando en cuenta que pueda ser negada la solicitud.
Un abogado local, que prefirió no identificarse indicó que “el costo de la homologación del título de educación superior en la Universidad Nacional de Panamá cuesta 500 dólares, y ese dinero se pierde, si en tal caso la Universidad no reconoce el proceso por cualquier problema con los requisitos solicitados para el trámite”.
Trabajo, sudor y lágrimas
La llegada de venezolanos a las plazas de trabajo les ha resultado invasiva a los panameños, puesto que la mayoría son profesionales de alto nivel y por eso han logrado abarcar cargos que los nativos del país no han podido.
Pero no todo es color de rosas
Así como hay venezolanos que ejercen sus carreras y tienen buenos sueldos, la mayoría no corre con esa suerte. La extrema “sensibilidad” que existe actualmente hace que muchas empresas prefieran contratar panameños, colombianos u hondureños de bajo nivel académico, sólo por no contratar a venezolanos, y lo que hace dos años era muy fácil (conseguir empleo), hoy en día es una pesadilla.
La mayoría de los profesionales trabaja como obreros, mesoneros, cocineros, vendedores, asistentes de limpieza, albañiles, entre otros. Tomando en cuenta que el sueldo de estos empleos no pasa de 800 dólares, muy bajo para aquellos que no están en su país, mucho tienen que corretear alquileres y mercados más económicos para sobrevivir.