Los investigadores de España y Reino Unido analizaron los cerebros de 20 personas fallecidas a las que se les había diagnosticado abuso de alcohol o dependencia alcohólica, así como otros 20 cerebros de personas fallecidas, que no fueron alcohólicas.
Tras estudiar la corteza prefrontal de todos ellos, los expertos detectaron diversas alteraciones en el citoesqueleto neuronal de los pacientes alcohólicos; concretamente, en las proteínas alfa y beta tubulina y espectrina beta II.
Al ahondar en este hallazgo, descubrieron que la zona del cerebro que controla las funciones ejecutivas, como el diseño de estrategias, la memoria de trabajo, la planificación o el control de la conducta, estaba alterada exclusivamente en los pacientes alcohólicos.