¿Habremos aprendido lo ocioso de seguir ocupando el cuasi inexistente espacio disponible en los pocos medios independientes que sobreviven para tartajear que el gobierno no puede hacer esto ni aquello porque estaría violando la Constitución y las leyes? ¿Habremos aprendido que el actual gobierno, en preservación del legado de su antecesor, es autoritario a secas (ni «neo» ni «competitivo» ni otras zoncerías por el estilo) por origen, esencia y convicción y por tal motivo se sustenta en el principio de que la autoridad se ejerce sin cuestionamiento y por ello se apalanca en la violencia y respeta únicamente las leyes que le favorecen y pisotea sin prurito alguno aquellas que entorpecen su proyecto de dominio grupal? ¿Habremos aprendido que en nuestro actual trance vital lo jurídico no tiene relevancia alguna pues el problema es netamente político y con política, no con hermenéutica, tiene que ser resuelto y sólo así puede serlo?
¿Habremos aprendido que la lucha política pasa necesariamente por hacer valer las fuerzas acumuladas e imponerse al contrario? ¿Habremos aprendido que de nada sirve repetir de manera onanista que esas fuerzas se tienen y demostraron en la elección cual o en la concentración tal si ellas mismas no se concretan en hechos tangibles? ¿Habremos aprendido que no basta con construir victorias sino que también hay que cobrarlas? ¿Habremos aprendido que el impacto de las victorias no cobradas se diluye en el tiempo y en consecuencia el adversario nos pierde respeto y temor y encuentra base para ridiculizarnos? ¿Habremos aprendido que poder no ejercido es poder malgastado e inmerecido? ¿Habremos aprendido que este desgobierno, por ser consciente de que derrochó su base electoral de otrora y no vislumbra en el futuro mediato margen de maniobra alguno para recapturarla con mecanismos perversos y dilapidadores como las misiones, sólo recula y cede cuando comprende que la decisión de la calle es indetenible?
¿Habremos aprendido que memes ingeniosos, destempladas fotos colgadas en facebook o iracundos mensajes divulgados por whatsapp no desmontan pesadillas duchas en hegemonía comunicacional? ¿Habremos aprendido que desde la seguridad de afuera es sinvergüenza cuestionar la honrosa resistencia de adentro? ¿Habremos aprendido que repetir incansablemente en el resguardo de la casa, bares, pasillos y oficinas la cantaleta de que «esto ya no se aguanta», «aquí tiene que pasar algo», «la gente no reacciona» y otros lamentos similares no es más que catarsis estéril que esconde la cobardía y la falta de compromiso, pues sin decisión de movilizarnos y sumarnos con denuedo a la lucha por el cambio, éste jamás se producirá? ¿Habremos aprendido que el sacrificio que el país demanda es individualísimo y en modo alguno debe ser endosado a otros?
Aunque con desespero busco las respuestas no niego que, a veces, temo encontrarlas.
Historiador
Universidad Simón Bolívar
@luisbutto3