Nicolás Flores era “un niño de trapo” después de un accidente que le dejó graves lesiones cerebrales. Pero a sus 16 años habla y camina, un “milagro” que su familia atribuye al cura Brochero quien será canonizado este domingo en Roma.
“Siento como hormiguitas en la panza cuando toda la gente me va a ver”, dice a la AFP Nicolás Flores, el adolescente estará presente en el Vaticano, y que dejó atónita a la medicina por haber recuperado el habla y el movimiento, dos facultades que dependen de la parte del cerebro que perdió, el hemisferio izquierdo.
Sus padres, Sandra Violino y Osvaldo Flores, atribuyen el milagro al Cura Brochero, de quien han sido devotos toda su vida. En su santuario se casaron y bautizaron a su único hijo.
José Gabriel Brochero es el “cura gaucho” que será canonizado en el Vaticano por el papa Francisco y ante dos niños argentinos con casos y pronósticos científicos similares.
De poncho, mate en mano y montado sobre su mula ‘Malacara’, la réplica de la imagen más emblemática del ‘Cura Brochero’ llegará a Roma junto a cientos de peregrinos de la provincia argentina de Córdoba.
Las familias de los dos niños afirman que sanaron gracias al cura gaucho que murió ciego y de lepra en 1914.
“Nico es un milagro de Brochero, trabajado y permanente”, desde que sufrió el accidente a sus 11 meses de edad en el año 2000, dice su madre en su casa, a unos 150 km de los pueblos de Traslasierra que evangelizó Brochero.
Un viaje familiar terminó en un trágico accidente que cobró la vida del abuelo materno del niño y con su madre y abuela heridas de gravedad.
Ni los bomberos ni los médicos se explican cómo Nicolás sobrevivió al golpe en su cabeza.
El niño, que quedó con hemiplejia en su lado derecho, sufrió tres paros cardíacos, uno de ellos de 15 minutos antes de confirmarse un traumatismo cerebral irreversible.
“El pronóstico médico fue que tendría una vida vegetativa”, cuenta Violino, abogada, junto a Osvaldo, funcionario judicial.
La madre recuerda que “al principio era un niño de trapo, no respondía a ningún estímulo, ni siquiera lloraba”, recuerda.
Su padre, ileso en el accidente, encomendó la vida de su hijo al cura gaucho. “Le hice respiración boca a boca y cuando sentía que se me íba, le pedí a Brochero que le salvara la vida”, contó.
– Asuntos cerebrales –
Aunque los casi 7.000 habitantes de la Villa Cura Brochero, llamada así en honor al sacerdote, dicen haber visto y escuchado los milagros de miles de fieles, fueron los casos de Nicolás Flores y de Camila Brusotti, los que validó el Vaticano para beatificarlo en 2013 y canonizarlo ahora.
“Dos casos con dolencias en el cerebro”, subraya a la AFP monseñor Santiago Olivera, obispo de la diócesis de Cruz del Eje en Córdoba.
La relación que establecen los fieles de Brochero con estos milagros tiene su origen con el hecho que cuando se exhumaron sus restos en 1976, su masa encefálica estaba intacta, 59 años después de su muerte.
La niña Camila, de la provincia de San Juan, sufrió a los nueve años -en 2013- una golpiza brutal en su casa que la dejó en coma y con daños cerebrales irreversibles, según los médicos. Mientras su madre y padrastro se responsabilizaban mutuamente del maltrato ante la policía, su abuela pidió por su vida a Brochero.
Sin una explicación científica, Camila se recuperó, dejó atrás la respiración mecánica y ahora lleva una vida normal.
– Inexplicable –
Carlos Rezzonico, pediatra de 89 años y con más de seis décadas en el ejercicio en la medicina, fue perito médico del caso de Nicolás Flores en el Vaticano en 2013.
“Primero que nada, es un hecho casi inexplicable que el niño haya sobrevivido”, dice Rezzonico en su consultorio, mostrando en el negatoscopio las tomografías del cerebro de Nicolás, al que le falta la parte izquierda.
“Evidentemente si yo no conociera al paciente, diría que quedó con una gran secuela desde el punto de vista neurológico”, explicó.
El caso de Nicolás “no es explicable desde el punto de vista médico”, concluyó.
A sus 16 años, Nicolás asiste al colegio, natación, duras sesiones de kinesiología que logra relajar pateando una pelota con la camiseta del club de sus amores, River.
Hace dos años tuvo que ser operado de cadera, se complicó y los médicos dijeron que no volvería a caminar. “Incluso compramos la silla de ruedas que nos indicaron y me enojé mucho con Brochero”, admite Sandra Violino.
“Pero otra vez insistimos, como si el pronóstico médico no hubiese sido tan demoledor”, dice la madre mientras observa a Nicolás pateando la pelota con su kinesióloga.
Con Nicolás y Camila, cientos de peregrinos sudamericanos estarán en Roma el domingo en el Vaticano para ver la ceremonia que dará el papa argentino. En Córdoba harán vigilia por el primer santo que nació y vivió toda su vida en Argentina.
por Paula Bustamante/AFP