Pasamos mucho tiempo sin entender el valor de la Unidad y aún algunos no comprenden que preservarla exige confianza, ceder posiciones individuales e incluso sacrificios. En la MUD las decisiones son complejas, se requieren consensos mínimos entre los 16 partidos y consultas a otros sectores. La diversidad obliga a un debate permanente, complicación propia de la democracia que el oficialismo no conoce. A pesar de las dificultades y los despropósitos del gobierno, la MUD ha alcanzado logros importantes: el 6D ganamos los 2/3 del parlamento, derrotando no sólo al chavismo sino a los radicales de oposición que poco aportan, nada arriesgan y mucho hablan, esos que decían que esa victoria era imposible y hoy mantienen un discurso de desaliento, una crítica permanente e irresponsable. No se trata de defender a la MUD pero -sin desconocer sus errores- en términos beisbolísticos, ese equipo ha ganado juegos decisivos: en condiciones adversas y con el árbitro en contra, nos trajo a la final ¿Es mucho pedir un poco de confianza ahora que llegamos al 9no inning? Tampoco es que “a juro” hay que estar con la MUD o que no pueda tenerse una opinión distinta. Al contrario, es natural que existan discrepancias y expresarlas libremente es un derecho que aspiramos recuperar. Pero en un régimen de libertades, los derechos se ejercen con responsabilidad y hay límites que impone el civismo; prevalece la decisión de la mayoría y se respeta la opinión de las minorías. O sea, las mayorías no pueden aplastar a las minorías pero tampoco éstas pueden irrespetar la voluntad colectiva. Además es clave entender que la representatividad es esencial a la democracia y los partidos políticos son instituciones que posibilitan la organización social y el ejercicio de la ciudadanía. O sea, para garantizar la convivencia “mi” opinión es respetada pero no está por encima de las instituciones y su peso es relativo a la representatividad que se ejerce.
Así las cosas, no se justifica que una individualidad o grupo minoritario descalifique a la MUD cuando actúa en línea contraria a su opinión. Subyace ahí una actitud chavista: “no me importa lo que piense la mayoría, ni las instituciones”, eso es lo que hacía Chávez y hoy hace Maduro con la Asamblea Nacional y con los partidos de oposición. Lamentablemente en medio de esta tragedia, algunos opositores radicales optan por llamar cobardes, traidores y vendidos a nuestros dirigentes cuando éstos no hacen “lo que tienen que hacer”, cosa que ellos si saben pues son una suerte de iluminados o de sabelotodo que -con arrogancia- desprecian la opinión de las mayorías. Siempre ganan fácil el partido, eso sí… desde la tribuna! En fin, insultar o agredir a quien piensa distinto es parte del “legado” pero cuando el encono es contra los nuestros, le hacen el trabajo al gobierno, heroica labor que cumplen desde la comodidad de un teclado o peor aún, amparados en el cobarde anonimato. Esa actitud es desleal, por decir lo menos. La lucha ha sido larga, han sido tiempos difíciles: hay dirigentes presos y muchos son perseguidos. El hostigamiento va más allá de lo que la gente imagina, la familia vive en una constante angustia y hasta la vida está en riesgo. Enfrentar una dictadura no es poca cosa y en una dramática coyuntura como la que vivimos, naturalmente todos queremos opinar pero ¿Es mucho pedir un poco de humildad y sensatez? ¿No será hora de mostrar alguna consideración y solidaridad por quienes han asumido el compromiso de enfrentar al régimen? ¿O usted sigue pensando que más importante es “su” opinión?
Twitter: @richcasanova
(*) Dirigente progresista / Vicepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.