En procesos de resolución de conflictos, cada parte define su zona posible de acuerdos y una franja con las concesiones que, en última instancia, pueden manejar para consolidar las ganancias obtenidas. Negociar es un intento por recibir lo máximo con los menores costos posibles. Sin embrago, cada uno termina haciendo alguna concesión en sus posiciones iniciales para asegurarse avances en sus objetivos principales..
Los sectores radicales carecen de capacidad negociadora porque quieren obtener instantáneamente todo, sin ceder ni un centímetro en sus posiciones. Si una de las partes tuviera los medios y reuniera las condiciones para hacer privar sus intereses, en vez de negociar sólo tendría n que ofrecer a su contraparte la firma de un acta de rendición. Ese detalle lo ignoran los radicales.
La experiencia histórica indica que esta inflamada ilusión es el camino más rápido y corto hacia graves retrocesos y costosas derrotas, cuyos efectos siempre han resultado difíciles de revertir. Hemos sufrido antes esta pérdida general de realidad, abandonando escenarios o llamando a una victoria total y definitiva que después se revela como una expectativa irreal, genera frustraciones y aislamiento de la “vanguardia”.
Hay que explicar y debatir, de cara al país, por qué los dirigentes, importantes y necesarios, que conciben el diálogo como el opuesto excluyente de las luchas no tienen razón, ni apoyo social ni fundamentos democráticos y constitucionales. Hay que discutir con ellos sin someterlos a un fusilamiento falsamente moral, donde el disidente se convierte en un sujeto al que hay que combatir con más furia que a la cúpula responsables de los desastres del país.
Existen en el campo de apoyo de la MUD y en el ámbito más amplio de la oposición diferencias y reparos respecto al diálogo. La debilidad de los radicales que quieren salir de Maduro ya, sin tener los medios para concretarlo constitucionalmente, es que no aportan el menor efecto de mostración de sus llamamientos. En la práctica llevan a cabo una lucha similar a la de la MUD sólo que reducida a la idea de que la calle es el explosivo para demoler a un régimen al que no hemos podido desplazar en 18 años.
Ahora que tenemos el respaldo del 80% del país, que hemos rescatado el poder legislativo, que contamos con una decisiva solidaridad internacional no quieren abrir un espacio de entendimiento que haga posible una transición pacífica de la dictadura al restablecimiento de la democracia. Llaman a un choque frontal, suponiendo que llevar una marcha a Miraflores será el final feliz..
El diálogo es una de las formas de la lucha por otro país, un elemento central para ganar la opinión de los indecisos y desarmar el plan de violencia que le conviene a quienes se aferran ilegalmente al poder, Es el corazón de una estrategia democrática.
Hay que pelear para que el gobierno cumpla sus compromisos y para evidenciar que su resistencia a abordar soluciones es una nueva patada al deseo de cambios del país.
@garciasim