Por la millonésima parte de los crímenes y tropelías delictivas infligidas por Maduro y su régimen a la hoy agonizante Venezuela, cualquier otro mandatario habría sido sacado del poder. Claro que eran tiempos en los que teníamos democracia. Los mercados estaban llenos de alimentos y en las farmacias había las medicinas que necesitábamos. La electricidad funcionaba sin apagones, ni racionamiento. Teníamos agua potable, no contaminada. Pdvsa producía 3,5 millones de barriles por día y no los 2 millones escasos de ahora, con una industria quebrada y plagada de deudas. Las muertes violentas en 1997 no llegaban a 2.000, mientras que la Venezuela militarizada cerrará 2016 con más de 35.000 asesinatos, así el gobierno lo niegue. El presidente Caldera entregó el dólar al chavismo en 500 bolívares, es decir, a 0,50 céntimos del bolívar actual. Este fin de semana el dólar podría sobrepasar los 5.000 bolívares, es decir, 5 millones de bolívares de hace 8 años. Los gobiernos democráticos respetaban la Constitución y no eran señalados, como hoy, de ser una dictadura, había división de poderes, y tampoco eran acusados de ser un narcoestado, con narcosobrinos incluidos, en el que hasta el Cartel de Sinaloa y el Cartel de los Soles habrían instalado en Venezuela sus “headquarters”. Lo que sigue son recomendaciones de un cuerpo de seguridad para evitar ser víctimas de las 18.000 bandas organizadas, con 75.000 integrantes, que operan en el país (¡récord mundial!) y prueban el horror de la supervivencia en Venezuela: “Llegar temprano a casa, máximo a las 8:00 pm. Si se hace tarde, quedarse a dormir donde estén. Si te atracan y piden tu carro, entrégaselo, no mires directo a la cara del ladrón y camina hacia atrás para que el atacante se retire. Si les piden la cartera, el teléfono u otro, entrégalos. No te despidas en la calle, ni te quedes conversando. No salgas a caminar o hacer ejercicios de noche. No salir armados. El grado de impunidad es total. Por eso no les importa matar. Iluminen las calles. Las entradas de los edificios y viviendas, poden árboles y quiten maleza. Coloquen cámaras, cerco eléctrico, llaves de seguridad en los ascensores. Al subir a su carro, no activen la alarma a distancia, háganlo cerca, viendo hacia todos lados, montarse y cerrar seguros. Pedir papeles a jardineros, servicio, plomeros, etc. Muchos tienen antecedentes. En caso de secuestro: no hablar, no mirar, tener comportamiento sumiso. Negar siempre que te lleven a tu casa. Piden cifras altas en dólares, pero suelen terminar negociando por menos y en bolívares. Pasa esta información a tus contactos”.
Además de ser víctimas de un hampa con armas de guerra, muchos venezolanos pobres lo son también de otros asesinos “institucionales” que, amparados en el uniforme de la FANB, en vez de perseguir a los “verdaderos bandoleros que operan en la frontera y están armados por el narcotráfico y la guerrilla colombiana” (como señala El Nacional) ejecutan sin piedad a inocentes campesinos, bajo la aberrante excusa de luchar contra la delincuencia, como acaba de ocurrir en la masacre de Barlovento. El defensor del pueblo y la fiscal afirmaron que los civiles asesinados (encontraron 13 cadáveres, pero hay más desaparecidos) “no tenían antecedentes penales, ni estaban cometiendo delito alguno en el momento de su arresto”. La fiscal reconoce que varios de los cuerpos “estaban desmembrados. Las autopsias revelaron la forma cruel como fueron ejecutados” y que las amenazas de los militares asesinos contra los familiares de las víctimas obligaron a la Fiscalía a tener “testigos protegidos”. Hasta el viernes 2, ni una palabra de Nicolás sobre esta masacre. Y es que para obtener el apoyo de la FANB ante el rechazo masivo a su régimen, Maduro ha dado poder a una casta militar que tiene licencia para matar, robar (alimentos y medicinas de los que carece el pueblo), cuando no a actividades más ilícitas aún. ¿Acaso Padrino López y quienes le acompañan en sus proclamas de “Chávez vive” están capacitados para llevar a cabo las funciones especializadas que Maduro les ha encomendado, o son un ardid para sobornar su apoyo a un gobierno detestado masivamente por el pueblo, que ha quebrado al país y mata a su población de hambre, desnutrición, y asesinatos a los más pobres, como acaba de ocurrir en Barlovento? ¿Acaso el “equipo” de Padrino López ha logrado disminuir la escasez o, por el contrario, el desabastecimiento ha crecido y la inflación ha sobrepasado la barrera del mil por ciento en alimentos? Numerosas ONG del mundo consideran que la aplicación de las sanguinarias OLP debe cesar de inmediato. Varias piden la renuncia del ministro Reverol, a cargo de las OLP que, paradójicamente, son llamadas “operación para la liberación del pueblo”, y, en vez de liberarlo, lo torturan y asesinan.
Maduro está utilizando el “diálogo” para sobrevivir políticamente, sin cumplir ninguno de sus acuerdos: no ha liberado a los presos políticos; el tsj chavista no ha devuelto a la AN sus potestades constitucionales y Maduro no muestra interés alguno en abrir el canal humanitario que permita a los empobrecidos y enfermos venezolanos –que son millones– recibir los alimentos y las medicinas que necesitan. Por el contrario, el feroz Sebin, su policía política, encarceló en el Helicoide, sin orden fiscal ni judicial alguna, al médico Miller y al sindicalista Spitia por haber recibido en el Magallanes de Catia –tan abandonado por el régimen como los demás hospitales del país– una caja de insumos médicos donada por Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López. Algo tan atroz no ocurre en ninguna parte del mundo. Maduro grita en cadena: “¿Qué pasa? nuestra economía tenemos que gobernarla nosotros y ponerla al servicio de nuestra patria”, mientras culpa a la MUD y al Imperio del estallido del dólar paralelo, del que su régimen es el único culpable. Expertos indican que los factores responsables de la subida del dólar y de la inminente hiperinflación son: 1) el incremento no planificado de la liquidez monetaria: en solo 50 días Maduro colocó en la calle (entre el 30-09 y 18-11) más de 1,61 billones de bolívares, o sea, 201% de aumento; 2) la caída de la entrega de divisas a través de Dipro pasó de 35 millones de dólares diarios en septiembre a solo 10 millones en noviembre; 3) no funcionó el sistema complementario de divisas (Dicom), y 4) no hubo cambio político. 2017 será el año con las peores perspectivas que haya tenido Venezuela, a pesar del repunte del petróleo. Maduro y Merentes prendieron la máquina de hacer billetes y lo que lograron, acusa el diputado José Guerra, es más pobreza, más escasez, más represión y más muertes.
¿Como podremos salir de esta catástrofe causada por la corrupción y ostensible incapacidad de un régimen que ha arruinado el país? Algo está claro: no seguir repitiendo lo mismo que hemos venido haciendo hasta ahora y le ha dado oxígeno a Maduro, de quien 80% de la población pide a gritos su salida del poder. Los estudiantes y la sociedad civil lo tienen claro: anuncian que retomarán la calle masivamente para exigir la liberación de los presos políticos antes de Navidad. Que nadie se quede en casa.