Nada ha sido por casualidad. Desde el millardito solicitado en 2004 por el expresidente Hugo Chávez al Banco Central de Venezuela (BCV), al cual el directorio del máximo ente monetario no puso reparos, hasta las continuas modificaciones de la Ley del BCV que de a poco socavaron la autonomía del ente emisor, el devenir económico en la nación petrolera ha ido de fracaso en fracaso. Así lo reseña correodelcaroni.com
Por María Ramírez Cabello
“Es sano que ambas funciones (gobierno central y Banco Central) estén separadas puesto que un gobierno podría verse en la tentación de imprimir dinero con el fin de incrementar el gasto. Los gobiernos que por diferentes motivos no han separado ambos objetivos han terminado con fuertes incrementos de inflación. Los casos más resaltantes son el de Alemania, luego de la Primera Guerra Mundial, y los del cono sur (Argentina, Brasil, Chile, Bolivia) en la década de los años 70 y 80”, alertó en 2010, tras dos reformas a la Ley del BCV, la firma especializada Ecoanalítica.
Ese año, la inflación cerró en 27,2%, según cifras del BCV, una variación mínima si se compara con la proyección de inflación de hasta 600% al cierre de 2016.
El salto es justamente la consecuencia de la respuesta tardía del máximo ente monetario en el país en abatir la inflación y la causa que obligó a presentar esta semana un nuevo cono monetario, con seis billetes y tres monedas.
“Esto no hubiese ocurrido si el BCV hubiese reconocido temprano un problema que es la espiral inflacionaria que viene afectando a toda Venezuela”, aseguró el economista Leonardo Buniak, quien sostuvo que la emisión del nuevo cono monetario, que circulará desde el 15 de diciembre, es la respuesta operativa a la escasez de efectivo, principalmente billetes, producto de un proceso de evaporación de los medios de pago líquidos por el repunte de la inflación.
“En procesos inflacionarios muy fuertes se cumple una máxima. Cuando el valor de un billete supera su valor monetario, tiende a desaparecer, y lo que está ocurriendo es que María y Leonardo demandan más efectivo para comprar la misma cantidad de cosas que compraban con billetes de menor denominación hace unos años (…) Se requieren casi 10 mil bolívares para comprar los mismos productos que, en 2008, se compraban con 100 bolívares”.
Para Buniak, ha habido una expansión del gasto público de carácter clientelar que ha exacerbado la liquidez monetaria, un asunto en el que el BCV debía intervenir como contrapeso de la política fiscal.
“El BCV tiene la potestad constitucional para hacerlo, el problema está en la barrera ideológica que significa reconocer que el billete de 100 bolívares vale absolutamente nada. El BCV se negó a reconocer el proceso inflacionario, argumentado una guerra económica, por el elevado costo político que significaba que el bolívar fuerte es extremadamente frágil”.
El economista advierte que si bien la emisión de la nueva familia de billetes resuelve el problema operativo de escasez de efectivo, no ataca el problema estructural: la inflación.
– ¿Qué efectos tendrá la emisión del nuevo cono monetario?
– Por un lado es positivo, porque operativamente resuelve la escasez de efectivo, pero no resuelve el problema de la inflación, que tiene que ver con la emisión de dinero inorgánico por parte del Banco Central de Venezuela.
Al cierre de diciembre de 2016, estimo que la liquidez monetaria estará cercana a cerrar en 10 billones de bolívares fuertes. En diciembre de 2015, cerró en 3,8 billones de bolívares.
Lo grave de un país es que cuando no hay arroz, no hay pasta, ni carne, ni pollo, ni dólares y tampoco efectivo y todo eso es consecuencia de un proceso inflacionario, se haya dotado a los agentes económicos de un poder de compra para productos que no existen.
– ¿Qué medidas deben implementarse si el objetivo es estabilizar la economía?
– Cortar radicalmente y eliminar la emisión monetaria o monetización por parte del BCV del déficit fiscal del Gobierno. Es tener disciplina fiscal y monetaria. El Banco Central no puede continuar financiando la gestión deficitaria del gobierno central y todo el sector público consolidado.
Cada vez que el BCV emite dinero sin respaldo, para financiar gasto corriente, lo que hace es dotar a los agentes de un poder de compra para adquirir un producto que no se ha producido. Eso es fuente inagotable de inflación.
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