Esta semana hemos sido testigo de un hecho que no merece otro calificativo que de Dantesco. El presidente de la Republica, “en su infinita sabiduría” decreto el fin de semana pasado la salida de circulación del billete de más alta denominación: 100 Bsf Para tal acción dio un período de tiempo “razonable” de cerca de 72 hrs, tomando en cuenta que el lunes 12 de diciembre era feriado bancario. Considerando que gracias a la política económica socialista, el venezolano le está haciendo frente a una hiperinflación galopante, el billete de 100 bsf era el que circulaba con mayor facilidad y era el de uso cotidiano, la decisión dejó a muchos ciudadanos en el aire ¿cómo así? Pues muchas personas estaban sacando grandes cantidades de dinero para poder adquirir los productos del día a día. Algunos, afortunados, habían guardado efectivo para poder viajar al interior del país y pasar estas fiestas con sus seres queridos. Otros como mecanismo preventivo, pues hace unas semanas el sistema de pago electrónico se habían caído. Gracias a esto, muchas personas se encontraron con que el efectivo que estaban guardando no valdría nada dentro de 72 horas. Tenían pocas opciones: volver a depositarlos o gastarlo antes de que el plazo se venciera el jueves 15 (curiosamente quincena, ergo día de pago)
Para muchos movilizarse estos días fue una tarea épica signada por la incertidumbre y el temor. Miedo que aumentó cuando el gobierno redujo el período de tiempo para poder depositar el dinero, resquemor que se intensificaría luego cuando el gobierno dio solo una decena de días para efectuar el canje. Cambio, por cierto, que no fue muy sincero, pues a muchas personas no le entregaron nuevo papel moneda, sino que podrían ser cambiado cuando el cono monetario entrara en vigencia. Esto último plantea una duda ¿Cómo confiar en un gobierno que deja, sin razón aparente, sin valor su billete de mayor denominación? Esta pregunta cobra peso, cuando recordamos que en la actualidad, el dinero no se encuentra respaldado por un elemento metálico, por ejemplo en siglo XIX y buen parte del XX el dinero tenía un respaldo en oro. Desde que el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon decretó la inconvertibilidad del dólar al patrón oro, muchas monedas comenzaron a tomar como respaldo a esta moneda. El bolívar no fue la excepción, lo que quiere decir que todos los bolívares que tenemos nosotros están respaldados por las reservas de dólares con la que cuentan el Estado.
Ahora bien ¿Qué tan cuantiosas son nuestras reservas si nuestra mayor fuerte de ingreso —la industria petrolera— está de capa caída? Partiendo de esta premisa preguntamos ¿Si es solo la confianza en la solidez de la económica estadounidense la que respalda al dólar y, por lo tanto, al bolívar fuerte se puede confiar en el verdadero valor esta moneda? La respuesta desesperanzadora: el valor de nuestro dinero es relativo, no soberano, y se sustenta en la confianza. Virtud, por cierto, que al actual gobierno le encanta ultrajar. En este punto, el gobierno le ha dado dos bofetadas al pueblo, pues dado que nuestra moneda no vale, por la hiperinflación, nos han recordado ahora que no hay efectivo y vale mucho menos que nada.
Entonces, nos preguntamos ¿Por qué el gobierno llevó adelante esta política? De acuerdo a ello, para detener las mafias que estaban contrabandeando billetes de cien, para falsificar dólares. Otros hablaban del canje de bolívares por pesos, para ir luego a Bogotá a comprar dólares y traerlos a Venezuela, y así muchos venezolanos —vivos y despiadados, y claro burgueses— transformaban unos cuantos cientos de billetes de cien en varios miles de dólares; que revenderían en el mercado negro ¿Qué ganarían los colombianos con el canje? Sencillo, dinero venezolano para comprar productos y gasolina para contrabandear. ¿Se dan cuenta que aquí el verbo que destaca es el contrabando? Mismo problema por el cual en 2015 el mismo gobierno cerró la frontera con Colombia. Y, es necesario preguntarse ¿Quiénes se beneficiaban en aquel entonces con el contrabando de productos, gasolina y drogas? ¿Los colombianos? No, señores, los mismos que cerraron la frontera en aquel entonces, que la cerraron ahora y que no contentos con obstruir el paso hacia Colombia, también lo han hecho hacia Brasil.
Conclusión, todo este teatro dantesco ha sido una bandera roja para subsanar una gran distorsión producto de la principal característica del actual gobierno: la corrupción y la ineficacia. Basta hacer un poco de memoria, cuando el gobierno implemento la moneda “fuerte” se tomó más de un año para saca de circulación al bolívar viejo. Preguntamos de nuevo ¿Entonces porque la premura ahora? ¿Por qué la ansiedad especialmente cuando los nuevos billetes no han llegado? pues, sin duda para resolver el problema que hemos planteado más arriba.
Ahora, todo esto ha sido reprobable. Ha puesto en evidencia los defectos y problemas de este gobierno, pero por encima de ello, ha demostrado la mala entraña de la banda de Ali Babá y los 40 ladrones ¿Por qué? Pues el plato roto lo está pagando el pueblo, quienes tuvieron que vivir una especie de corralito invertido: devolver el dinero que habían sacado y necesitaba. Para luego, ver su quincena detenida en el banco, porque no podían retirar el dinero, y de paso los puntos de venta electrónica no estaban funcionando a cabalidad y no son comunes. ¿Qué trajo esto como consecuencia? El pueblo tuvo que hacerle frente a la cara más fea de la desesperación, y frente a ella optó por la solución más visceral: LA VIOLENCIA.
En esta fechas, donde la religión y la cultural, nos conmina a la caridad, a compartir, a las buenas obras, el venezolano se volcó durante el fin de semana al saqueo y el pillaje, producto de la desesperación acicateada desde el gobierno, quienes prefieren que el pueblo se mate y pelee entre sí, con tal de no buscar una solución que mejore su calidad de vida. Como dicen muchos en la calle, esta situación ha convertido al venezolano, de alguien despreocupado y dado a compartir con cualquiera, a un ser mezquino que compite con los otros, como una criatura sin raciocinio del mundo animal. Esta revolución ha creado un hombre nuevo, con un corazón de piedra y entrañas negras.
Solo queda esperar que, algún día, especialmente muy pronto, este mal, cual boomerang, se vuelva contra sus originadores. Que el pueblo venezolano aprenda, y le pase factura a este gobierno. El malestar está creciendo, creo que este fenómeno está cada vez más cerca.