Un sacerdote salvadoreño que fue destituido por la Iglesia católica junto con otros dos religiosos tras ser declarados culpables de abuso sexual de menores, aseguró este miércoles ser “inocente” y que fue objeto de una acusación “calumniosa”.
AFP
“Declaro enfáticamente que soy inocente de esas acusaciones y que si al principio de este escándalo no hice ninguna defensa de mi persona fue por humildad, acatando y obedeciendo las reglas de investigación de la Iglesia”, señaló en un comunicado Juan Francisco Gálvez, uno de los sacerdotes destituidos.
El pasado domingo, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar, señaló que el Vaticano había concluido los procesos penales en contra de los sacerdotes Gálvez, Antonio Molina y Jesús Delgado, y que los tres fueron encontrados “culpables en sus respectivos juicios” de abuso sexual de menores.
Como castigo, la Iglesia les impuso “la pena de dimisión del estado clerical”, con la consiguiente “pérdida total y definitiva de todas las facultades sacerdotales”, con base a lo que estipula el canon 292 del Código de Derecho Canónico.
Gálvez fue suspendido a finales de noviembre del año pasado como párroco en el municipio de Rosario de Mora, 19 km al sur de San Salvador, tras ser denunciado por cinco casos de pedofilia.
“Lamentablemente mi juicio fue llevado de una manera injusta y parcialmente, debido a que se valoraron más las declaraciones y calumnias de las falsas víctimas, que las de mis testigos, llevándome hasta esta situación tan dolorosa para mí”, sostuvo Gálvez, que no mencionó los nombres de quienes, a su ver, le calumniaron.