Para la oposición democrática venezolana comienza otro año, pero, ciertamente, no con el optimismo del 2016 que se inició con el auspicioso triunfo en las elecciones parlamentarias del 6D que, le dieron a la MUD el poder necesario para contener la ya desbordada dictadura de Maduro que amenazaba con seguir destruyendo al país.
Claro, el “poder necesario” para implementar políticas exitosas, convocar a las mayorías nacionales y lograr, cuando menos, que para este 2017, si el régimen no hubiese caído, estuviera a punto de hacerlo.
Hoy puede afirmarse que, la dictadura de Maduro no solo no cayó, sino que luce más fortalecida y a punto de lograr el milagro de llegar hasta el 2018, si es que permite que haya nuevas elecciones presidenciales.
Y la razón de ello estriba en que la MUD no hizo un buen uso del mandato recibido por los electores el 6D del 2015, que se tardó demasiado en establecer la fórmula constitucional para desalojar a Maduro (habían tres) y, cuando la eligió, y tenía al pueblo en la calle para seguir acorralando al dictador, se encerró en un diálogo con el régimen y sus agentes nacionales e internacionales, entre los cuales destacaban, Jorge Rodríguez, Elías Jagua, Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández, Martín Torrijos y Ernesto Samper.
Dos meses invalorables, los que fueron de finales de octubre a comienzos de diciembre, en los cuales se olvidó el Revocatorio, se desmontaron las manifestaciones de calle, se suspendió el juicio político a Maduro en la AN y se firmó un Acuerdo de seis puntos con el dictador que no cumplió, pues solo la liberación de algunos presos se ha realizado de manera exigua, írrita y a regañadientes.
Quiere decir que, si no puede negarse que Maduro está más fuerte que cuando empezó el 2016, y ello se lo debe al diálogo, entonces, es inexcusable que la MUD esté hablando de generalidades como “el año pasado el pueblo estuvo por encima de sus dirigentes”, y no diga que fue porque “sus dirigentes”, los de la MUD, lo abandonaron en la calle y se fueron a dialogar con Maduro.
Error colosal que tiene que ser reconocido con nombre y apellido de partidos e individualidades, de modo que, se ejerzan sanciones como paso previo para proceder a una refundación, reconstitución o remodelación de la MUD.
En otras palabras que, no es la hora de “pasar agachados” y pensar que el pueblo venezolano no está sintiendo que los incalculables sufrimientos que le esperan, no se los debe solo al gobierno, sino también a quienes recibieron el poder para evitárselos y lo perdieron.