Pero no es a ese pequeño incidente de ‘peculado de uso’ al cual quiero referirme, sino a lo que ocurrió después de pasado algún tiempo del incidente con la pasajera del avión y el arma ingresada clandestinamente. Ni siquiera entonces y menos ahora me ocupe de cuál sería la cualidad que el patrono, además de padre, juzgaba como conveniente para emplearla de ‘niñera’ y al mismo tiempo de ‘guarda espalda’ dada la circunstancia de que la niñera portaba arma.
A lo que quiero referirme es a la circunstancia de que cuando Jaua juzgó que el incidente de la niñera ya resultaba lo que en el argot periodístico se identifica como fiambre o como caliche, se lanzó de nuevo no a asumir la responsabilidad por las andanzas de su niñera, sino a establecer cátedra de moral afirmando, cito “Lo público no es como lo conciben algunos sectores: ´lo público es mío’. No, lo público es de todos.” Lo que en definitiva era explicación de la licitud del uso del avión de PDVSA, no solo por él; sino por lo pequeña que daría un paseo en el avión que es de todos en compañía de la niñera, que además portaría en el ‘necessaire’ de los objetos de ‘toilette’ el arma correspondiente de niñera que puso al descubierto lo que ocurrió.
Seguramente paciente lector te preguntarás por qué yo doy tantos rodeos para abordar un tema que puede ser calificado con mayor propiedad de fiambre o caliche, sacando a relucir un algo que escribí hace exactamente 1 año y 8 meses, pues el artículo está fechado el 5 de mayo de 2015. La razón es sencilla, cuando Jaua dijo lo que dijo su encomienda en la revolución era la de “Protector de Miranda” una suerte de competidor del gobernador del estado, con presupuesto propio.
Ahora querido lector se le confía la honrosa tarea de enseñar a los niños, jóvenes y adolescentes que “lo público es de todos” y que en consecuencia pueden usar, gozar y disponer del patrimonio de la nación, que es lo que se conoce como patrimonio público. Con razón desapareció más de billón de dólares.
Caracas, 5 de enero de 2017