Cientos de cubanos que vendieron sus casas y pertenencias para salir en busca del “sueño americano” quedaron varados en Centroamérica y México el viernes, después de que Washington puso fin abruptamente a los privilegios migratorios para los ciudadanos de la isla.
Por Elida Moreno / Reuters
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, revocó el jueves una medida que otorgaba residencia automática a prácticamente todos los cubanos que llegaran a su territorio con o sin visas, un caso único en la norma migratoria del país.
El fin de la política conocida como “pies secos, pies mojados” -que permite quedarse a los cubanos que lleguen por tierra, pero expulsa a los que sean atrapados en el mar- entró en vigor de inmediato. La Habana había buscado durante mucho tiempo la medida, argumentando que desalentaría el tráfico de personas y los viajes peligrosos.
José Enrique Manreza vendió su casa en la capital cubana para embarcarse en un viaje épico por avión, autobús y a pie que le llevó por las selvas de la Guayana Francesa, Colombia y Panamá, en el cual dice ha gastado unos 10.000 dólares.
“Imagínese cómo me siento después de que estuve seis días con seis noches corriendo por el río, por la selva, la humedad”, dijo Manreza, en un refugio para inmigrantes en la ciudad de Tapachula, en el sur de México, donde escuchó la noticia junto con otros 30 cubanos.
En el sur de Honduras, 75 cubanos esperaban para trasladarse a Estados Unidos pasando por México, mientras en Ciudad de Panamá otro grupo similar pernocta en un refugio de Cáritas.
Muchos relataron que liquidaron todas sus posesiones en la isla para pagar el viaje de su vida y avisan que cientos más están todavía en la ruta, atravesando las traicioneras selvas de la región de Darién, en el límite con Colombia.
Algunos expresaron su consternación porque Obama, popular en Cuba por desafiar el embargo económico estadounidense y restablecer las relaciones diplomáticas, había tomado una medida que consideraban perjudicial para ellos.
“La decisión de Obama está matando nuestros sueños”, dijo Yancys Riccart, asistente de enseñanza de 25 años, en el patio rodeado de árboles del albergue en Panamá donde desgranó su ruta por Guyana, Brasil, Ecuador y Colombia.
Víctor Berríos, diácono de la pastoral social de Cáritas en Panamá, instó a los inmigrantes a no recurrir a traficantes de personas para llegar a Estados Unidos, recordándoles que el presidente electo Donald Trump podría restablecer la política cuando asuma la presidencia.
“No les puedo pedir que se queden o que se vayan, es una decisión personal. Pero les digo que tengan paciencia, sabemos que a partir del 20 de este mes habrá otro gobierno. No se desesperen. Tengan fe”, dijo Berríos.
Washington ha anunciado una serie de acuerdos de última hora que buscan blindar el deshielo iniciado con Cuba en diciembre de 2014.
Trump ha advertido de que revertirá la política de Obama hacia Cuba a menos que haya un mejor acuerdo, pero no está claro si restablecerá los “pies secos, pies mojados”.
CON “10 DÓLARES EN EL BOLSILLO”
Anticipando el final de las preferencias migratorias, la migración cubana por la vía centroamericana se disparó en los dos últimos años. Ben Rhodes, asesor adjunto de seguridad nacional de Obama, dijo que unos 40.000 cubanos llegaron a Estados Unidos en 2015 y alrededor de 54.000 en 2016. (Gráfico: http://reut.rs/2jNbFVo)
Varios países de Centroamérica, como Costa Rica y El Salvador, aplaudieron la medida después de que el año pasado, miles de cubanos se quedaron varados en Costa Rica y Panamá, mientras la región veía desbordada por el flujo de migrantes.
Honduras, de dónde miles emigran cada año a Estados Unidos pese a la ausencia de un trato especial como el que recibían los cubanos, dijo que espera para ver si la decisión reduce el tránsito de cubanos por la región.
Obama también revirtió un programa de “razones médicas” de 2006, que permitía a médicos cubanos que trabajaban en otros países trasladarse a Estados Unidos simplemente con ingresar a una embajada estadounidense.
Manreza dijo que su esposa trabaja en Venezuela como enfermera en un programa de intercambio de petróleo venezolano por asistencia médica cubana. “Cuando la llamé se puso a llorar”, dijo Manreza, sin especificar si su mujer tenía intención de desertar bajo el marco del programa.
Manreza, que regentaba un almacén de refrescos en La Habana antes de salir en diciembre con su hija, dijo que todavía estaba dudando sobre si regresar a Cuba quebrado o buscar asilo en México.
Iván Díaz, un administrador de salud de 45 años, dijo que la decisión lo había sorprendido, pero que no tiene intención de volver. “Fue como que te quiten el oxígeno”, aseguró.
Díaz salió de Cuba hace tres meses con su esposa en una travesía que calcula le ha costado unos 25.000 dólares a él y su familia en Miami que enviaron dinero para apoyarlos.
“Tengo 10 dólares en mi bolsillo”, dijo Díaz en el centro de Tapachula. “Vamos a seguir adelante, no vamos a perder nada por ir a la frontera de Laredo, debemos ser capaces de hacer algo, de lo contrario deje que me deporten de vuelta a Cuba”. Reuters