El gobierno rojo rojito no esperó “ni tantico así”, como diría el Che Guevara, para iniciar una gran cacería de supuestos golpistas que, seguramente, ya los tenían ubicados, fichados, fotografiados, disfrazados de paramilitares, con armas y municiones en la maleta del carro y, para variar, con un morral repleto de dólares enviados desde el imperio para ser lavados y, de esa manera, consolidar el financiamiento de la actividad desestabilizadora para la cual habrían sido entrenados.
Tanta eficiencia y tanta rapidez debería llenar de orgullo a los integrantes de nuestras fuerzas armadas que, en menos de 48 horas, atraparon a los presuntos golpistas que querían aprovechar las últimas horas del agonizante gobierno del presidente Obama para lanzar su mortífera ofensiva contra el conjunto de las instituciones venezolanas que, por lo demás, constituyen un ejemplo para el resto de los países del mundo no solo por su comportamiento democrático, amplio y permisivo, respetuoso de la mejor Constitución del planeta, sino por su manejo limpio y transparente de los dineros públicos.
Pensar que exista gente en la oposición que niegue los avances del oficialismo, de la prosperidad que brilla por doquier, de los avances en la seguridad ciudadana y de la derrota del hampa, de la consolidación de la agricultura urbana y de la idea genial de convertir cada esquina en un comedero de basura, solo nos da una pequeña idea de la actitud mezquina que corroe el alma de la oposición derechista e intransigente.
¿En qué país la gente come gratis en las esquinas con solo meter la mano y escoger lo que prefiere? Mientras en Estados Unidos las armas se venden en locales comerciales que pagan impuestos, contratan empleados y sistemas de alarma, aquí el gobierno bolivariano ha eliminado todo ese papeleo y cualquiera puede comprar no solo armamento ruso o chino de último modelo, sino que de paso le regalan como recuerdo una granada de guerra de esas que están restringidas en el imperio.
De esta manera le dan un uso más amplio y popular a estos armamentos que se están perdiendo por falta de uso pues, como bien se sabe, Venezuela no ha entrado en guerra con otro país desde hace muchísimos años, y con nuestra vigente política de paz resultará muy difícil que eso suceda. No nos gusta invadir a nadie, aunque los cubanos y el malvado de Fidel Castro intentaron desembarcar por aquí y no les fue nada bien, hasta hace poco.
Pero no hay que descuidarse porque las FARC y el ELN, dos movimientos narcoguerrilleros, ocuparon parte de nuestro territorio pero solamente para llevar adelante sus negocios. Allá ellos. Por nuestra parte los dejamos tranquilos mientras no armen mucho alboroto.
Lo que los venezolanos no entienden es por qué nuestros militares andan con esa manía persecutoria de ver enemigos en todas partes y meterlos presos por golpistas. Aquí hay algo extraño que no cuadra porque en verdad Nicolás Maduro es tremendo presidente, un hombre que maneja la economía con una finura y habilidad que parece de otro mundo.
Además, está rodeado de nuestras mentes más preclaras, gente lúcida, expertos que no les tiembla el pulso a la hora de mandar a recoger billetes de cien bolívares como si fueran granos de caraota. Si las consiguen.