Cubanos celebran en Miami el inicio de un gobierno que promete mano dura

Cubanos celebran en Miami el inicio de un gobierno que promete mano dura

Foto: EFE
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Un centenar de cubanos festejaron en Miami con champaña y música de mariachis la investidura de Donald Trump, de quien esperan que revierta las medidas de apertura con La Habana que tomó Barack Obama desde hace dos años, reseñó EFE.

Gritando “¡USA!” y abriendo botellas de champaña en la calle, los cubanos vieron la investidura de Trump en un televisor ubicado sobre una camioneta frente al Café Versailles, histórico lugar de encuentro del exilio cubano en Miami.





“Estoy feliz porque (Barack) Obama ha hecho mucho daño a nosotros los cubanos”, comentó Robert Linares, un comerciante de 48 años, acusando al ahora expresidente de haber pactado “con el gobierno comunista” de la isla.

Los cubanos más conservadores, la mayoría de ellos exiliados antes de los años ’80, no perdonan al gobierno de Obama la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana y dan la bienvenida a la mano dura que supuestamente Trump promete reinstaurar.

Y las promesas parecen encaminarse. El nominado de Trump para el Departamento de Estado, Rex Tillerson, criticó la semana pasada ante el Congreso las condiciones del acercamiento Washington-La Habana.

También dijo que revisará si los factores que llevaron a Obama a excluir a la isla de la lista de países promotores de terrorismo “aún existen”.

“Nuestro reciente acuerdo con el gobierno de Cuba no fue acompañado por ninguna concesión importante en derechos humanos. No los hemos hecho rendir cuentas por su conducta”, dijo Tillerson, un expresidente de la petrolera ExxonMobil.

“Sus líderes recibieron mucho mientras su población recibió poco. Eso no satisface los intereses de los cubanos ni de los estadounidenses”, afirmó.

Los cubanos también se sienten “traicionados” por Obama porque, a pocos días de abandonar la presidencia, eliminó la política de “pies secos, pies mojados”, que daba a los isleños beneficios migratorios si tocaban tierra firme, mientras sólo los que eran interceptados en el mar eran deportados.

Ahora, desde el 12 de enero, los cubanos en Estados Unidos son tratados básicamente como cualquier otro inmigrante, aunque aún tienen los beneficios de la Ley de Ajuste Cubano de 1966, que privilegia a los inmigrantes políticos.

Mano dura en Latinoamérica

Criticando ésta y otras medidas del ahora expresidente, Ana Acosta dijo a la AFP: “Yo lo que quiero es la libertad de Cuba”.

“Hace 58 años que están los diablos allá, comunistas, que igual que Obama quieren destruir la isla”, dijo esta jubilada de 83 años que fue a la Pequeña Habana a celebrar la investidura de Trump caminando con dificultad con una andadera.

Tras ella, tres mariachis coreaban junto a los cubanos, con vientos mexicanos pero ritmo de salsa: “¿Dónde está Donald Trump? / ¡En la Casa Blanca!”

Al inicio de su campaña, Trump mantuvo un discurso ambiguo sobre el acercamiento entre Washington y La Habana iniciado en diciembre de 2014, y que derivó en la reanudación de relaciones diplomáticas, la autorización de cierto tipo de viajes de estadounidenses a la isla y el reinicio de los vuelos comerciales entre ambos países, entre otras medidas.

Pero en los últimos meses de su campaña, cuando Florida se convertía en un campo de batalla crucial, el magnate endureció su posición y prometió cancelar el proceso a menos que la isla acepte condiciones más exigentes, sobre todo en lo relativo a los políticos presos y la libertad de expresión.

“Si Cuba no está dispuesta a hacer un mejor acuerdo para los cubanos, los cubano-estadounidenses y los estadounidenses en general, pondré punto final al acuerdo”, tuiteó Trump a fines de noviembre, reiterando la postura que le había dado el voto de 52% de los cubanos de Florida, según cifras de Latino Decisions.

Y la mano dura que celebran los cubanos frente al Café Versailles promete abarcar al resto de Latinoamérica.

Según reportes de prensa, Trump está considerando nombres de cubano-estadounidenses contrarios a la apertura para los puestos clave de secretario de Estado adjunto para Latinoamérica y asesor para Latinoamérica del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca.

“Muchos de los nombres que circulan parecen ser de cubanos”, escribió el analista Brian Winter en Americas Quarterly. “Pero los países que no se llamen México, Cuba o Venezuela pueden disfrutar del hecho de que son básicamente tierra desconocida para el (entonces) presidente electo”.