Lo mejor y lo peor de las vacaciones en pareja

Lo mejor y lo peor de las vacaciones en pareja

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Te planteas cenar sola, pero te parece absurdo tenerlo mirándote con mala cara mientras lo haces. Tampoco te puedes ir a otro sitio, porque no podrías contactar con él después. ¿Volver cada uno por su lado al hotel? Ni te lo planteas: a) Sabes que te vas a perder. b) ¡¿Qué locura es esa de coger dos taxis?! “¿Realmente es tan importante comer?” empiezas a pensar. No obstante, cuando tienes hambre, te vuelves como una cría de tirannosaurus rex y tu objetivo no es reflexionar acerca de las veleidades del apetito humano, sino COMER. Y así pasa más de una hora de odio indisimulado, que va in crescendo hasta que resulta que, gracias a la espera, encontráis el mejor sitio en el que comeréis en todo el viaje. Y aunque no querrías desenfadarte nunca más (¡maldito, maldito!), poco a poco, tu cara va mutando de emoji con el ceño fruncido a emoji con corazones en los ojos. Traveler.es

Este es un ejemplo, pero los hay infinitos, de cómo viajar con tu pareja es una cosa maravillosa y terrorífica a la vez. Normalmente, la balanza se inclina hacia el primer término, razón por la que estamos tan enganchados a planear las vacaciones en común, pero es rara la escapada en la que se está de acuerdo en absolutamente todo. Si a eso le añades el cansancio, el estrés por llegar a tiempo a aviones y otros medios de transporte y los despistes varios (“¡¿Cómo que has perdido los dólares?!”), el cóctel -molotov- está servido.

“Viajar es una actividad muy gratificante, también para la relación de pareja. Siempre que se esté en una etapa buena, realizar viajes juntos ayuda a cuidar aspectos positivos de la relación, pues supone salir de la rutina, compartir momentos especiales, ilusionarse con conocer lugares y pasar más tiempo unidos. Hablamos de tiempo de calidad, que va a permitir a la pareja comunicarse, reírse, sentirse más próximos y conocerse. Todo esto ayuda a compartir sentimientos positivos, potenciando la idea de sentirse bien con el otro”.

Así nos lo explica Marina González del Río, psicóloga clinica y especialista en problemas de pareja en CINTECO (Madrid). No sólo estamos de acuerdo con ella, sino que queremos hacer hincapié en eso de “conocerse el uno al otro”, pues pocas situaciones te permiten saber más de tu pareja que un viaje. ¡La luna de miel tendría que celebrarse antes de la boda!

Todo va bien hasta que prefieres comerte su plato en vez del tuyo/ D. R.

EL MOMENTO PROHIBIDO PARA LOS VIAJES EN PAREJA

No obstante, según la experta, sólo hay un caso en el que estos pequeños roces puedan desembocar en ruptura, y se producirá si hay problemas por resolver. “En aquellos casos en los que existen conflictos previos, en los que la relación está pasando por un momento difícil, viajar en pareja puede favorecer la aparición de más discusiones y aumentar la sensación de malestar. No es una buena idea intentar resolver los problemas haciendo un viaje. Si una pareja está pasando un mal momento, lo primero es arreglar lo que les está generando conflictos. Hacer una escapada puede ser una buena forma de “premiarse” una vez resueltos los problemas”, avisa. De hecho, está probado quese producen más divorcios después del verano, lo que encuentra explicación en el aumento de horas que pasamos junto a nuestros compañeros/as cuando nuestra relación no va del todo bien.

Sin llegar tan lejos, lo más inteligente es tomárselo como The Fighting Couple, una pareja de viajeros que relata al detalle cada una de sus peleas por el mundo, defendiendo el lema “Pareja real. Viajes reales”. En el Louvre, por ejemplo, Mike quería ver las diez obras de arte que consideraba más importantes, mientras que Luci prefirió ojear el museo. Cuando se quisieron dar cuenta, se habían perdido de vista, y pasaron varias horas hasta que se encontraron de nuevo en el hotel, ella muerta de hambre -él llevaba todo el dinero- y muy enfadada al saber que Mike se había gastado sesenta euros en cenar a cuerpo de rey.

“Nos encanta viajar, y sí… peleamos. Pero pelear puede ser una cosa positiva, si lo haces de forma justa. El acto de discutir simplemente enfrenta a dos personas apasionadas con sus puntos de vista. ¿Qué tiene eso de malo?”, argumentan, no sin razón, pues sus pequeñas afrentas no les impiden seguir viajando con la misma ilusión del primer día. Eso sí, han tenido que dar con soluciones creativas. Por ejemplo, cada año se turnan para decidir adónde volarán, procuran activamente no perderse (ni siquiera juntos) para no provocar una situación de estrés e intentan respetar sus límites y los del otro, entre los que se encuentran no comer y beber demasiado y no forzar al otro a pasar más tiempo del necesario con su familia política en vacaciones.

¡Alarma! ¡Alarma!/ D. R.

EL SECRETO PARA QUE TODO VAYA BIEN (O, AL MENOS, LO MEJOR POSIBLE)

Hay quienes, como la bloguera de viajes Diana Garces, pasa 24 horas al día viviendo -y en muchas ocasiones, viajando- con su novio. En su caso, lo hace desde 2008 y ¡no pelea! “Sinceramente, para mí ha sido una excelente experiencia viajar en pareja. No sabría decirte algo malo, porque, sencillamente, no creo que lo haya, ni tampoco lo hay de viajar sola. Son dos formas distintas de viajar y de ver el mundo. Sin embargo, es verdad, que si estás acostumbrada a viajar sola, tal vez viajar en pareja te abrume un poco,porque no es lo mismo tomar decisiones y hacer todo el proceso por ti misma que pasar a tener que discutirlo todo con tu compañero de viaje. Repartir cargas no es sencillocuando eres autosuficiente, pero es algo que se aprende rápidamente y a lo que, sobre todo, se llega uno a acostumbrar más rápido de lo que parece“, explica.

Su secreto para no hacer dramas de asuntos en los que están en desacuerdo es tan simple como complejo: comunicarse de forma sincera. “Te confieso que no recuerdo una pelea con mi pareja desde que éramos novios, y de eso ya hace muchos años. Tenemos desacuerdos en muchas cosas, pero nunca peleamos por ello. Hablamos mucho, llegamos a un consenso. Cuando viajamos, la discusión más grande que hemos tenido ha sido acerca de salir temprano o no para hacer turismo, pero tras muchos años viajando juntos, ya sabemos cómo sortear esos temas. El asunto está en hablar. Mucha comunicación, pero sobre todo, comunicación de calidad, nada de suponer, ni decir las cosas que no te gustan o te gustan a medias. Hay que ser honesta y sincera para evitar problemas y tener la mejor experiencia posible”, nos cuenta.

¡Qué bien va todo cuando todo va bien!/ D. R.

Por su parte, la psicóloga Marina González también nos ofrece una guía similar para vivir unas vacaciones libres de discusiones:

Ilusionarse juntos con la preparación del viaje y hablar de lo que les gustaría hacer, de qué sitios ver… Esto va a favorecer la comunicación y el compartir sentimientos positivos.

Plantearse el viaje como un “premio”, como algo muy especial para la relación. Viajar es una buena inversión para el cuidado de la relación de pareja.

Tener en cuenta las preferencias de cada uno y saber ceder ante los gustos del otro. No tratar de imponer: escuchar al otro y expresar lo que cada uno quiere es un buen ejercicio de comunicación.

Favorecer momentos de calidad y disfrutar de ellos. Un paseo tranquilo, una cena especial… Sentirse cerca, expresar sentimientos positivos.

Evitar hablar de problemas o de temas que generen tensión.

Saber manejar los percances que puedan surgir durante el viaje. En ocasiones surgen dificultades, las cosas no son como se esperaban y eso puede afectar, pero se puede evitar que contamine las vacaciones. Hay que intentar tener una actitud positiva para poder disfrutar.

Traer la maleta llena de recuerdos, especialmente, de los sentimientos positivos que se han compartido con la pareja, y hablar de ellos. De la misma forma que se recuerda un viaje viendo las fotos, recordar que en muchos de esos momentos se dieron sentimientos muy especiales.

– Una vez de vuelta, seguir cuidando la relación.

…Y comieron perdices/ D. R.

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