La crisis política venezolana es muy compleja, tan difícil que muchos especialistas la han calificado como un verdadero conflicto con todas las implicaciones que eso representa. Salir de esta situación es muy complicado, porque tal como he comentado en otras ocasiones, no hay salidas inmediatas ni mágicas.
Y no hay salidas inmediatas y efectivas porque no estamos ante un régimen democrático, sino frente a uno cuya única prioridad es sostenerse en el poder sin importar el costo. Con las dimensiones de la tragedia nacional, ya en un país normal se hubiera producido la renuncia del Gobierno y la convocatoria de elecciones.
¿Y qué hacemos ante semejante dificultad?
Hay dos caminos. El primero es peligroso y se trata de la insurrección popular y la lucha armada en las calles, como proponen los radicales del Twitter. En ese escenario tenemos todo en contra porque si bien es cierto somos una mayoría, pero somos una mayoría desarmada frente a una minoría armada y en algunos casos sedienta de sangre para alimentar la epopeya revolucionaria.
En la oposición reunida en la coalición Mesa de la Unidad Democrática ni creemos, ni mucho menos estamos formados para esa lucha. Nosotros creemos y estamos formados en democracia y en democracia la vía adecuada para provocar un cambio son las elecciones.
Es innegable que la estrategia para impulsar el Referendo Revocatorio fracasó. Negar eso es una necedad. Pero eso no quiere decir que todo está perdido y que solo nos queda el camino de la resignación y la sumisión. Todavía estamos a tiempo de evitar la catástrofe que significaría un gobierno rojo perpetuo.
Las elecciones son un camino. No es corto, tampoco fácil, pero no se basa en la violencia. Tenemos que presionar para que el Gobierno acepte convocar las elecciones regionales y municipales para este año. Ellos perdieron la vocación electoral, pero aún se pueden doblegar y obligar a aceptar la salida electoral. Eso no es imposible.
Solo se requiere de la voluntad de un pueblo mezclada con la presión nacional e internacional, pero sobre todo motivando a los sectores disidentes del Gobierno que quieren evitar el caos y la violencia. Se trata de debilitar al Gobierno ganándole la mayoría de las Gobernaciones y Alcaldías. Se trata de forzar la realización de las presidenciales de 2018. Si hay una presión unitaria, no podrán negarse. Negarse sería admitir que estamos en una dictadura.
@PabloPerezOf