Este miércoles 1 de Febrero y con motivo de conmemorar el Bicentenario del natalicio del General Ezequiel Zamora, Nicolás Maduro Moros decretó, en su carácter de Presidente de la República, Día de Júbilo Nacional. A los efectos, día no laborable, decreto que resultó publicado el lunes pasado en Gaceta Oficial, en este orden de ideas invitó al pueblo a una serie de actos, entre ellos un desfile cívico-militar en el Paseo “Los Próceres”.
Haciendo un poco de historia, Ezequiel Zamora nació el 1 de febrero de 1817, en la población de Cúa, Estado de Miranda. De origen humilde, fue hijo de Alejandro Zamora, un hacendado aragüeño quien murió como soldado de la causa patriota en la guerra de independencia, cuando él tenía tan solo 4 años y de Paula Correa, una mujer aguerrida, capaz de defender los ideales independentistas. Ellos pertenecieron a una clase subalterna heredada de la colonia denominada “blancos de orilla”, sin riquezas, ni sangre de abolengo, blancos, pero plebeyos.
Este origen le brindaba una mayor comprensión de los problemas que aquejaban al campesino común. En este contexto le toca vivir a Zamora, una República al servicio de una clase privilegiada, sustentada en la Constitución de 1830, que consagraba la exclusión política de los que no eran propietarios, el latifundio y la esclavitud, donde ni las mujeres, ni los pobres, ni los esclavos, ni los hijos de esclavos liberados por ley, eran considerados ciudadanos. Donde los comerciantes a costa de préstamos impagables a los terratenientes, terminan despojándolos también de sus tierras, dando paso al nacimiento del partido liberal en oposición a Páez y a la burguesía comerciante, que en el fondo seguía representando los intereses de la clase de ricos desplazados, quienes aspiraban seguir ocupando el poder de los usureros burgueses y comerciantes.
Su proyecto popular buscaba igualdad, la abolición total de la esclavitud y una distribución equitativa de la tierra, buscando con esta idea, revivir parte del proyecto de Bolívar luego de la extinción del sueño de la Gran Colombia. Zamora fue miembro del Partido Liberal y se levantó en armas el 7 de septiembre de 1846. Fue considerado “General del Pueblo Soberano” y su consigna reivindicativa más destacada: “Tierra y hombres libres”.
El 23 de febrero de 1859, en el marco de la Guerra Federal, se convirtió en Jefe de Operaciones de Occidente, se recuerdan sus encuentros en El Palito (estado Carabobo), San Felipe (Yaracuy) y, especialmente, la Batalla de Santa Inés en el Estado Barinas. Durante el asalto a la ciudad de San Carlos, Estado Cojedes, Zamora pretende marchar a Caracas para sellar la victoria definitiva, pero es asesinado por un francotirador el 10 de enero de1860, muere de un disparo en la cabeza y entonces lo que se creía sería una guerra de corta duración, se extendió por tres años más, con miles de bajas para convertirse en una de los conflictos armados más violentos en la historia de Venezuela.
La importancia de la figura de Ezequiel Zamora, líder y estratega militar, para la Revolución Bolivariana, radica en que el movimiento zamorano forma parte del árbol de las tres raíces, el cual se encontraba nutrido de tres fuentes de pensamiento: el bolivariano, el robinsoniano y el zamorano. En el caso de la tercera raíz, que completa la trilogía ideológica de este proyecto político, encontramos las consignas: “Tierras y hombres Libres”, “Elección Popular” y “Horror a la Oligarquía” que sin lugar a dudas, aspiran a un horizonte de justicia social, de lucha y conciencia de clase y amor hacia la patria; se basa entonces en los ideales de reivindicación del pueblo llano, los derechos de los campesinos y de las clases sociales más humildes, teniendo como meta fundamental, la lucha contra del latifundio y la oligarquía venezolana, inspirada en la búsqueda de un Estado de justicia social e igualdad de todos los ciudadanos.
Para los revolucionarios la figura de Zamora representa el despertar de los pueblos, los cuales han sido sometidos, dominados, esclavizados y explotados a tratamientos inhumanos al serles prohibida hasta sus prácticas culturales propias, sus idiomas, sus espiritualidades, el derecho a la tierra, entre otras.
Como podemos observar, la historia ha hecho ver a Zamora un héroe de la Patria Grande, la patria de Bolívar, modelo y prócer, en conclusión: una leyenda, pero la realidad y algunos historiadores importantes así lo ratifican, la historia de Zamora tiene otra versión, una más dantesca y cruda, una en la que el personaje no era tan bueno como lo pintan, ni sus intenciones las más sanas tampoco. Zamora, como ya dijimos antes, era un blanco de orilla, propietario y patrón de esclavos, según cuenta esta versión, fue un oportunista más de la época, que utilizó su poder para fines personales, para la corrupción y otros desmanes, dice la historia que se manejó en el terreno de la injusticia igualmente, de manera resaltante. Fue ídolo de los guerrilleros, olvidó las consignas libertarias para casarse bien casado y tener sus haciendas, para pulirse en el seno de la mejor sociedad, para disfrutar del sudor de sus esclavos y para convertirse en pilar fundamental de la dictadura de José Tadeo Monagas.
La realidad evidente es que no hubo tales combates zamoranos y si los hubo, hay diferencia de criterios en la historia sobre sus razones o fines, lo que si resulta patético de verdad es la idea de intentar llevarnos a todos por esa senda en el esfuerzo de dibujar un paisaje de la sociedad campestre de hace 200 años atrás, emulando lo que otrora intentó hacer el difunto, eso desde mi punto de vista, es absolutamente demencial. ¿Será que Nicolás trata con este tema de tapar la situación de crisis integral por la que atravesamos en el país y reivindicar una serie de valores que fueron pisoteados en su momento por el propio caudillo?
Esta manipulación de la historia a través de la cual se propone un fenómeno de retroceso y atraso como ejemplo a los ciudadanos, no tiene razón de ser, no aporta nada, ni nos ayuda a los venezolanos en modo alguno. La historia es importante porque nos enseña a reconocernos como país y a saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, nos brinda ese sentido de pertenencia y de amor al país que nos ha dado tanto, pero basta ya de fanatismos. No estamos para perder el foco, por lo que debemos centrar nuestro esfuerzo en la lucha por hacer prevalecer los valores fundamentales que sin duda, deben estar por encima de toda diatriba: la verdad, la justicia y la libertad.
MARIA AUXILIADORA DUBUC P.-
@mauxi1