China aún mira con suspicacia al nuevo Estados Unidos de la era Trump, del que hasta ahora sólo ha recibido amenazas, pero recientemente ha aparecido un inesperado punto de encuentro: Ivanka, la hija predilecta del presidente y quizás su mejor arma de “soft power” o poder blando con Pekín.
Parece que todavía está pensando qué rol tomar y, aunque niega que vaya a actuar como primera dama -como se ha especulado ante las ausencias de la esposa de Trump, Melania-, las habilidades diplomáticas de Ivanka ya se perciben en China, uno de los países más criticados por su padre.
Este mes, la hija de Trump ha sido protagonista de numerosos artículos, vídeos y comentarios en el país asiático después de que apareciera por sorpresa en la embajada china en Washington para asistir a la celebración por el Año Nuevo lunar y de que publicara un vídeo de su hija Arabella, de cinco años, cantando en mandarín para desear “a todos” un próspero Año del Gallo.
Su gesto fue públicamente valorado hasta por el Ministerio de Asuntos Exteriores chino y ha sido visto como un intento de suavizar la dura retórica de su padre, quien volvió a romper con una tradición entre Washington y Pekín al no enviar una felicitación personal en estas especiales fechas.
“Ivanka está tomando una actitud muy positiva hacia China y trata de proyectar una imagen amistosa, por lo que ayudará a rebajar la dureza de Trump”, opina en declaraciones a Efe Wang Dong, profesor de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín.
Otros expertos coinciden con él y destacan el papel que puede jugar Ivanka en una de las relaciones bilaterales más importantes del globo. “Trump es diferente a cualquier otro presidente anterior y también en relación a su familia: valora mucho su opinión”, remarca Wang.
A pesar de que Ivanka no ostenta ningún cargo oficial, a diferencia de su marido, quien es asesor en la nueva Administración, la hija del presidente ha asistido a encuentros con líderes mundiales y ha acompañado a su padre en actos en los que habitualmente se solía ver a una primera dama, por lo que algunos analistas subrayan que podría ser la cara amable de Trump con China.
“Por un lado, Trump quiere ejercer presión sobre China, pero, por otro, quiere mantener el contacto, porque su familia también tiene inversiones en el país y necesita mantener la relación”, valora en declaraciones a Efe Jin Canrong, experto en relaciones internacionales de la Universidad pequinesa Renmin.
En opinión de Jin, Trump quiere separar el plano público del privado e Ivanka le puede servir para tender puentes sin tener que modificar su discurso.
De momento, a la sociedad china ya se la ha ganado. Y es que el vídeo por Año Nuevo chino de Arabella y los comentarios de su madre ya cuentan con millones de visualizaciones, como su anterior “hit”, el del pasado noviembre, cuando la niña también acaparó gran atención mediática con una demostración de su nivel de mandarín.
“Se trata de un completo ejercicio de relaciones públicas. Trump actúa como un magnate del mundo del espectáculo (…) Se está centrando en la sociedad china más que en los propios líderes chinos, esperando presionarles utilizando a su familia”, considera por su parte Jean-Pierre Cabestan, sinólogo de la Universidad Baptista de Hong Kong.
Estos acercamientos, no obstante, no alejan la incertidumbre que se vive en el país sobre los pasos que dará Trump: “No podemos ser ingenuos. En términos de políticas tendremos que esperar”, advierte a Efe el profesor Wang.
Después de que Trump calentara los ánimos en Pekín hablando al responder a una llamada de la líder taiwanesa, Tsai Ing-wen, y de que amenazara con imponer elevados aranceles y sanciones a los productos chinos, expertos ligados al Gobierno auguran turbulencias.
“China será uno de los principales rivales de Trump y sus principales áreas de enfrentamiento serán las cuestiones de seguridad y el comercio”, afirmó en una charla reciente Teng Jianqun, director del Departamento de Estudios Americanos del Instituto de Estudios Internacionales de China, ligado al Ejecutivo. EFE