La revolución bolivariana liderada por presidente Maduro se enfrenta a indicadores negativos, precariedad en su capital político, no sólo se aferra al poder, sino se atreve a soñar en la construcción de la neo dictadura del proletariado, Ya no son tiempos del boom petrolero, el país vive una especie de deslave social, desbordada inflación, golpea con mayor intensidad a los sectores más vulnerables del país – estratos C, D y E – hace que los hogares en condición de pobreza por ingreso se incrementen, esta situación contrasta con los altos niveles de pobreza que afecta más 80% de las familias venezolanas, al tomar el valor de la canasta alimentaria como referencia para los niveles de pobreza. El tema del diálogo es revelador sólo busca oxigenar a la agotada gestión de Maduro, sin embargo, los números hablan y manifiestan en la necesidad urgente del cambio. El gobierno consciente de su desgaste, impopularidad, envía señales CNE para que construyan entramados para evitar cualquier evento electoral 2017, revolución convoca más tiempo al tiempo y espera un milagro en la recuperación económica para luego mirar escenarios posibles en el contexto electoral. La MUD tiene el desafío de reconfigurarse en su filosofía y acciones, en el tablero de las estrategias, la sala situacional de Miraflores ha tenido mayor efectividad.
El CNE se mueve en función de las estrategias de presidente Nicolás Maduro, es revelador en la postura tomada por el organismo electoral por el tratamiento que le da a la temática electoral regional y municipal con un tono displicente, incluso se atreve sin reflexiones necesarias a violar las leyes electorales y continuar su posición desafiante ante millones (80%) de venezolanos que desean un cambio.
El Gobierno se encauza en modelar en Venezuela un sistema electoral como el de Cuba o el de Nicaragua, un sistema electoral donde se realizan comicios electorales, sin embargo, los únicos que compiten son los partidos del gobierno, esto se traduce en una comprensión final; unas elecciones donde la gente puede votar, pero no pueda elegir, vulnerando el derecho de rivalizar electoralmente una persona o partido con matriz ideológica opuesta a la del gobierno de turno, la realidad nuestra devela que no pueden existir agentes que perturben a la revolución bolivariana en su tránsito hacia un sistema político anacrónico llamado Comunismo.
En correspondencia con lo anterior, la relegitimación de los partidos políticos nacionales, es una decisión lamentable para la existencia de la democracia en Venezuela, se propone dejar por fuera del juego político – electoral a la mayoría de los partidos históricos y nuevos, incluso los del GPP, es un mecanismo perverso, casi imposible de cumplir en un lapso tan breve y con un sistema tan complejo, afectaría a unos 59 partidos políticos y solo dejaría a salvo a otros cuatro, por supuesto luego vendrán otros entramados algo muy parecido a lo que se vivió con el referendo revocatorio. Para nadie es un secreto que Maduro busca tiempo.
Es tangible, la mayoría de las encuestas reflejan Nicolás Maduro perdió de manera acelerada su capital político que heredó del fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez, la mayoría de la personas lo percibe como alguien incapaz de enfrentar los graves problemas políticos, económicos y sociales que enfrenta el país. Esta percepción es grave, es vinculante a la confianza en su gestión que no llega en nuestro último estudio de opinión 17,9% de aprobación, reflexionamos con una lógica racional, una gestión de gobierno con indicadores muy negativos podrá tener la fortaleza necesaria para llegar sin trampas y atropellos al 2018… En Miraflores los dilemas son muchos, sus números son demoledores e irreversibles en su contra…pero, emerge un escenario vinculado al contexto electoral, es la intención de suspender el voto popular y esto derivaría en toda una incertidumbre destemplada en la “democracia” del país. El recate del voto dependerá de la articulación unidad y las decisiones que pueda tomar 80% de los venezolanos que desean el cambio.
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