“Pusieron preso a tu marido, Guillermina,
y se lo llevaron para una fuerte prisión…”.
Aquiles Nazoa
Tan bajo ha caído el debate de las ideas en nuestro país, que inevitablemente debe admitirse que se ha hecho de la política un ejercicio burdo y chapucero, al punto de criticar descarnadamente a la Lilian Tintori, esposa del preso político venezolano Leopoldo López, confinado a una mazmorra chavista por el solo hecho de pensar, por visitar al reciente electo presiente de los EE. UU Donal Trump, encuentro del cual ha quedado una fotografía.
Me refiero especialmente a los que se han detenido a observar, como castigo e injustos cuestionamientos, hasta la forma como fue vestida, la pose, si sonrió o hizo muecas, o todo lo contrario. Hasta la inefable diputada roja Tania Díaz, a quien llaman injustamente “vampira”, se atrevió a señalar que la señora Tintori “se había colado en esa reunión”.
Como si eso fuera tan fácil como inyectarle formol a un muerto.
Bueno, otrora también la venezolana María Corina Machado fue criticada duramente, dizque por mostrar sus rodillas “depiladas” durante su encuentro con el Presidente George W.Bush.
Sobre sus virtudes o máculas en la vida de Trump se ha escrito mucho; ha mostrado ser un grosero, patán si se quiere, que vomita lo que se le ocurre; aun parece no estar preparado para gobernar la potencia más grande del mundo, imposible de asimilar a cualquiera de sus empresas, y menos a aquella patrocinadora de concursos de belleza.
Pero es el presidente de los EE. UU, eso puede o no gustarnos, incluso merecernos todo el repudio inimaginable, y en el concierto de naciones, queramos o no, su voz y su silencio deberán ser siempre tomados en cuenta, ineludible e impostergablemente.
Lo menos que quiero parecer en este instante, es acomodador de situaciones, tampoco salomónico ante un hecho que ha levantado en mi país más polvo, que todo el que pretendían introducir a los EE. UU los narcosobrinos y el que se le atribuye al vicepresidente de Venezuela, señalado de presunta vinculación con el negocio de la droga.
Quiero decir que el hombre al defender los valores democráticos, no hace otra cosa que actuar en defensa propia; al enfrentarse a la discriminación y a la intolerancia, no hace otra cosa que actuar en defensa propia.
El hombre al defender la riqueza del pensamiento libre y plural, no hace otra cosa que actuar en defensa propia, de modo que habrá quienes critiquen la visita de Lilian Tintori a U.S.A, pero no se reivindica la justicia y la libertad, si no se reivindica al propio tiempo la vida misma, y la humanidad, y estas conllevan la obligación de respetar a aquel que piensa distinto a nosotros.
En lo personal, justifico plenamente la visita y la foto, el abrazo o apretón de manos, incluso el café o la copa de vino si la hubo. La democracia en Venezuela no se va a perder más de lo que está, por obra y gracia de la visita de marras.
Lilian Tintori y sus hijos, de facto, son viuda y huérfanos. Así, sin eufemismos. Más desgracias de las que hoy soportan, no creo que haya más. A su marido le han echado hasta excremento en el antro en que lo tienen, calificado de monstruo y asesino, desnudado a su esposa y maltratado a sus menores hijos. Sí, a su marido que no debe estar preso, porque sencillamente NO ha cometido delito. Basta ver un solo folio de su amañado expediente.
Se castiga por hechos, no por intenciones. El pensamiento no delinque (cogitationis poenam nemo patitur)
No creo, pues, que este encuentro haya sido la chispa que prendió la mecha en Dos Pilitas, para que el colectivo per-judicial que allí funciona haya confirmado la sentencia que condenó a Leopoldo López. La peste chavista actúa oculta como la raya, como la mala intención. Pero también lo hace a las claras del día, groseramente desnuda, sin miramiento y sin un ápice de decoro. Ya ni las formas guardan
Se puede pensar distinto, discrepar, aun estar en desacuerdo con sus modos, pero mantenerlo injustamente preso es un crimen. E injusto es cuestionar a una mujer que ha hecho lo imposible por lograr la libertad de su marido, aun a riesgo de equivocarse tantas veces como sea necesario. Así ha ocurrido.
Sepamos reconocer objetivamente los errores y los méritos de nuestros semejantes, así como los propios.
Un aspecto interesante del encuentro Trump-Tintori, y que es bueno ponerlo de bulto, que en el poco tiempo de su mandato, el presidente aquel (su gobierno) ya ha tomado decisiones y ha hecho cosas referidas al caso venezolano. No estoy invocando fuerzas extranjeras ni Mesías, yo digo lo que veo. Y conversar con una persona sobre una preocupación concreta, no quiere decir que uno esté necesariamente de acuerdo con todo lo que hace o deje de hacer.
De modo que la visita no constituye en modo alguno un acto de traición a la patria. Además, ¿no es acaso míster Donald Trump el presidente de la máxima potencia mundial y nuestro principal socio comercial en materia petrolera? ¿O ya dejamos de venderles oro negro?
Así las cosas, conviene reconocer que Lilian Tintori y Mitzi Capriles de Ledezma son bravas mujeres que les ha correspondido tocar puertas, ser echadas o recibidas en su admirable afán por conseguir la libertad de sus maridos.
Jesús Peñalver