En Venezuela atravesamos la peor crisis social y política de nuestra historia. El fracaso ha signado a la generación contemporánea mientras que el éxodo, en su mayoría, se ha convertido en la ruta hacia el éxito y nuevas oportunidades, que en nuestra tierra ya no son posibles o escasas.
Hoy son más las familias que se separan. Son centenares las madres que acuden a un terminal, y en el peor de los casos a un cementerio, a despedir a sus hijos. Jóvenes promesas de este país que lo tienen todo para hacer una nación de progreso y futuro con oportunidades para todos por igual.
Vemos con frustración cómo las universidades y empresas extranjeras se llenan de talentos que llevan en la sangre el, ya poco valorado, “hecho en Venezuela”. Mientras en nuestro país demandamos médicos, maestros, ingenieros, arquitectos, administradores, periodistas, entre muchos otros; países como España, Chile, Estados Unidos y Argentina, solo por citar algunos, se convierten en el nuevo hogar de nuestros muchachos. En su escape con miras al futuro.
Venezuela se ha convertido en la puerta grande del ¡Adiós! Luego de ser un país que abrió sus brazos, en la época de los 70’s, para albergar a millones de extranjeros que huían de la guerra y sus penurias. Hoy se convierte en un país que despide sin piedad ni descanso a los suyos, a quienes vio nacer y crecer.
La inseguridad, la escasez y la inflación han convertido a la ‘pequeña Venecia’ en el reflejo de un país en guerra. Conflicto bélico que no ha sido anunciado propiamente pero que se evidencia día y noche en cada una de sus calles, con hombres y mujeres hurgando en la basura buscando algo de comer, y niños jugando con armas más grandes y pesadas que un morral escolar.
Hemos denunciado ante mundo, la desidia a la que nos somete este gobierno. La indolencia con la que miran las muertes de niños que, a falta de comida y nutrientes básicos, violando los derechos esenciales de todo ser humano, presentan cuadros de desnutrición crónica y fallecen en estado de indefensión absoluta.
Hemos pedido a las organizaciones internacionales que echen una mirada profunda a lo que sucede en nuestro país, a que no se dejen llevar por la propaganda burda de este gobierno que se muestra como “gobierno obrero” y con sus acciones profesa un profundo odio hacia el pueblo.
Ha sido un camino largo, doloroso y desesperanzador, pero nos hemos mantenido fuertes y firmes en nuestra lucha. Nada ni nadie nos ha podido ni nos podrá detener. Si nos cierran las puertas, nos metemos por la ventana. Si nos dan la espalda, buscamos nuevos aliados, pero siempre firme y convencidos que esto va a cambiar.
Todo cambio posible, pasará siempre y únicamente por el cambio de modelo. No podemos desmayar. Lo vamos a lograr. Venezuela cambiará y veremos regresar a todos esos jóvenes que sin querer hacerlo se han tenido que marchar.
¡Volverán y juntos construiremos la Venezuela del futuro! ¡Los esperamos!