La toma del poder en Venezuela por parte de Hugo Chávez ocurrió el 02 de febrero del año 1999.
Luego de dieciocho años de tan fatídico acontecimiento, continuamos secuestrados y oprimidos por el régimen Castro-comunista que heredamos de su legado. Y una de las fatales consecuencias que esto trajo consigo fue la de haber visto cercenado nuestro derecho a la información, a la libertad de expresión.
No fue sino hasta el año 2006 que Jack Dorsey -programador informático- joven emprendedor de la compañía Potscasts Odeo, Inc.- San Francisco, EE.UU- viéndose en la necesidad de enfrentar una fuerte competencia por parte de Apple y otras compañías, propuso la idea de utilizar mensajes de SMS para informarle a un grupo pequeño de aliados en el proyecto, la agenda del día que iban planificando.
Luego de un trabajo de programación de códigos nace TWITTER, la herramienta a la que Dorsey define como “una corta ráfaga de información intrascendente”, “el pío de un pájaro” -vibraciones en los móviles- que en inglés significa TWITT.
Poco sabría Dorsey de la trascendencia real que esta herramienta traería al mundo…especialmente a los pueblos oprimidos por tiranos…a los venezolanos.
La posibilidad de acceso a la información sin la necesidad de revelar datos de identidad nos abrió en el 2007 -fecha en la que se comenzó a utilizar masivamente la única ventana que hoy nos permite mantenernos informados y poder divulgar denuncias y vídeos que no tendrían otra vía de difusión protegida, inmediata y directa.
Fue así como el “trino del pájaro” se convirtió en el medio de comunicación más confiable de los venezolanos.
Mucho se ha dicho de sus usuarios, pero especialmente de esos “encapuchados” que hora tras hora y día tras día, no paran de trinar. Guerreros del teclado sin apellidos, estigmatizados por caricaturistas. Repudiados e ignorados más por la “oposición” que por el propio régimen.
Esos personajes con “fantasmagóricas imágenes”, o los insípidos “cara de huevo”, que no merecen respuestas a las preguntas que formulan a sus dirigentes, esos a los que “les resulta muy fácil desprestigiar la buena labor” que la dirigencia política ha venido realizando para “liberar al país” desde hace casi dos décadas a través del voto, del voto y, también del voto…pero, ¡también del voto!. “Divisionistas pagados por el gobierno” -no dicen régimen- que prefieren atacar a la oposición que a Maduro.
Hoy 12 de Marzo, en el Día Internacional de los Twiteros, con estas líneas quisiera poder reivindicar sus fabulescos y ficticios nombres; narrar lo mucho que se oculta detrás de tan valiente, constante y noble estirpe. Y para comenzar, lo primero que debemos destacar es que el hecho de utilizar un seudónimo, ya de por sí, habla del desinteresado y sincero compromiso de lucha que emprenden por el rescate del país.
No hay protagonismo, como tampoco aspiraciones políticas ni chantaje partidista. Ya que sin un nombre, la repartición de la tajada política resultaría imposible de poder cobrar.
La vulnerabilidad de ser amenazados, chantajeados y encarcelados resulta bastante improbable, dándoles esto un valor adicional como difusores de mensajes, que muchos de los que sí mostramos nuestra verdadera identidad no nos atrevemos a difundir; conscientes de que vivimos bajo un régimen tiránico y delincuencial que no respeta la libertad de expresión y viola impunemente los DD.HH.
Tantos años de lucha nos han llevado a conocerlos, a reconocer a los buenos, entre los que efectivamente también se ocultan algunos infiltrados malos. A identificar en sus 140 caracteres las frases que los mantuvieron a lo largo del tiempo como personajes coherentes, firmes y radicalmente opuestos al régimen, como a la propia oposición oficialista. Incapaces de doblarse para no partirse, insoportables “mascachicles” que empegostan los copetes “Derwickdianos” de los eternos y acomodados dinosaurios políticos.
Enemigos públicos número uno de intelectuales y artistas, “abajo firmantes” que con gran desvergüenza se atreven a dictar cátedras de moral y hasta a sugerir métodos constitucionales para salir de la tiranía Castrocomunista. Esa a la que ellos mismos le abrieron la puerta con manifiesto de bienvenida incluido. Y que terminó convirtiendo a Venezuela en este infierno.
Mucho se ha dicho de ellos. Pero muy poco de su gran calidad humana, de su dignidad. De su irrenunciable bandera de SIETE estrellas. De su valiente lema “Libertad o Nada”. De sus constantes campañas para hacerle llegar medicamentos a moribundos que solo son visibles para la dirigencia cuando se pintan el dedo meñique de morado. O de las tendencias que posicionaron alertando acerca de la inutilidad que resultan los espacios ganados a fuerza de votos en una tiranía. De sus admirables y secretas donaciones de alimentos para la viejita que ha sido besuqueada para la foto de campaña de cada líder populista que logró “patear el cerro” para llegar a ella y luego terminaron olvidando para siempre.
Poco se dice de la incansable y maratónica tarea de participar hasta en una veintena de grupos a la vez que estos guerreros del teclado han llegado a crear, dirigir y organizar.
De los simples y muy básicos canales de Zello que se transformaron en reconocidas emisoras de radio, dándonos la posibilidad de escuchar en ellas, las respetables voces censuradas que no encuentran otro canal para poder expresarse.
Del “Master en periodismo” que lograron “cursar”; reporteros gráficos, cronistas de sucesos, articulistas, diseñadores gráficos, etc…
Mucho se ha dicho…pero nunca se dijo sobre ellos que sus máscaras ocultan a fieles e incondicionales amigos que a pesar de que nunca llegamos a verles el rostro, a través de los años nos cuidan las espaldas, nos protegen y siempre están ahí, sin importar fecha y hora. Siempre prestos a colaborar, a difundir nuestros mensajes.
Un sueño común nos une. La promesa de poder abrazarnos en libertad y destapar los rostros de esos héroes anónimos…una promesa que se ha sellado cada madrugada al despedirnos, durante los diez años en los que “un pájaro” llegó para vincularnos como una gran familia.
Gracias muchachos…mis queridos guerreros del teclado. ¡Lo lograremos!
Mónica Corrales M.
@monicacorrales