El presentador Max Keiser comienza el programa con una reflexión: cuando se le da a “cierta gente” crédito ilimitado para poner en marcha “una serie de políticas que proporcionan la máxima rentabilidad a cambio del mínimo trabajo posible”, como es el caso ?apunta? de la venta de armas y de la construcción de cárceles, “la consecuencia inevitable es la guerra”.
A tenor de esto, la copresentadora Stacy Herbert añade una popular cita del poeta Allen Ginsberg: “La guerra es un buen negocio; invierte a tu hijo en ella”.
“El negocio de la guerra”
Keiser destaca que la guerra es “un negocio extremadamente rentable” y la define como “la forma fácil que tiene el perezoso de hacerse rico”.
El presentador destaca que en el mundo de la guerra “se puede gastar un dineral (hasta el punto de endeudar al Estado), fabricar bombas y arrojarlas sobre los soldados, hasta matarlos” pero, sin embargo, “de rendir cuentas nada de nada, ni en materia de gastos ni en una posible reestructuración de los deshechos de la bomba una vez lanzada”.
“Todo ello es consecuencia de la falta de disciplina financiera y fiscal”, critica.
Trump, ¿siguiendo la tendencia?
Keiser apunta a la posibilidad de que el presidente de EE.UU. Donald Trump pueda seguir esta tendencia, ya que “es un hombre muy perezoso que además forma parte del negocio del juego y los casinos, un sector en el que resulta facilísimo generar un flujo de ingresos rentista sin hacer nada”.
“Se trata de una enfermedad social, igual que pasa con el negocio de la droga o el del alcohol. Es un vicio y Trump es un propulsor de los vicios que ha fracasado como presentador de programas de telerrealidad y que ahora quiere meterse en el negocio de la guerra porque es un vago”, concluye.