Quiero dejar claro, antes que nada, respetado general, que ésta no es una carta para hablar mal del Gobierno Socialista Revolucionario y Bolivariano, sino para referirme a un tema sobre el cual usted ha informado muchas veces y en el cual tiene, sin duda alguna, especial interés y clara actitud enérgica.
Me refiero al sabotaje del servicio de distribución de electricidad.
Mi idea es cooperar haciéndole saber, porque estoy seguro de que el sabotaje comienza adentro y a usted no le cuentan todo lo que pasa, el constante y creo que bien organizado sabotaje a la electricidad en El Hatillo.
Digo bien organizado porque aquí se corta electricidad no a cada rato y sin aviso como en otras partes del país, sino en actos sincronizados con la propia naturaleza, no porque ella quiera colaborar con los saboteadores, sino porque ellos se aprovechan de los avatares naturales.
Por estos lados la luz se desaparece cada vez que llueve, y ya lo sabemos, sea de noche, sea de día. Empieza a llover, prepárense camaradas que se va a cortar la luz. Como en este momento, viernes 24 de marzo en la tarde y mientras anochece, cuando le escribo esta carta con ayuda de una linterna que me queda (ya las velas se me acabaron y no se consiguen), y mi lap top hecha en socialismo y comprada a la CANTV con un cómodo y muy conveniente plan de crédito que, lamentablemente, ya no tienen, lo cual es una falla, estoy seguro y según me confesó un empleado de esa compañía, de algunos funcionarios que no sé si se robaron los dólares o simplemente no tuvieron la elemental capacidad de prever el desarrollo y necesidades de tan popular programa. En cualquier caso, la ventaja de la lap top es que con su batería sigue funcionando un rato más; no tengo internet n luz, pero con la tímida y vacilante ayuda de la vieja linterna puedo escribir esta carta de cooperación.
Pero regresemos a lo nuestro. Como le decía, por esta zona empieza a llover y se va la luz, eso no falla. Debo advertirle, por si tampoco se lo han explicado, que El Hatillo es como Maracaibo, que en la misma calle vive gente de todos los tipos y niveles, clase media alta al lado de familias de bajos recursos, seguro que comprarían cajas CLAP si los incompetentes del PSUV hatillano se movieran para algo, lo cual no hacen. En La Lagunita, que está en El Hatillo pero es un mundo aparte, no se va la luz y allí no viven pobres ni hatillanos tradicionales, en La Lagunita sólo tienen sus mansiones ricos de toda la vida y chavistas nuevos, quizás usted los conozca.
Los taxistas de El Hatillo, que por cierto cada día quedan menos pero cobran más y se han hecho impagables, sí los conocen, y uno de ellos me dijo hace ya tiempo, cuando yo todavía pagar una carrera de mi casa al pueblo o viceversa, que “pasee por La Lagunita, donde vea una casa en uso o en remodelación y con mucho mármol, esa casa es de un chavista rico, hay que ver lo mal hablada que es alguna gente.
Siguiendo con el tema, cuando se desaparece la luz por obra de esos saboteadores lluviosos, no sólo la burguesía hatillana se queda a oscuras y gruñendo denuestos contra el Gobierno de Nicolás Maduro -y contra Corpoelec y por rebote contra el Ministerio-, también lo hacen los de menos recursos por cuya calidad de vida el madurochavismo tánto se preocupa. Y esa calentera sí que es un problema riesgoso, como usted puede imaginarse, pues se suma a la de la lluvia, el costo de la vida, las colas que se calan en los supermercados y el apiñamiento que los tipos de la panadería del pueblo propician para que no se vean colas que tienten a los tipos de la SUNDDE, que ya le están causando problemas al Gobierno porque no saben hacer las cosas, no se organizan y sus colectivos, miembros de los CLAP -que son la nueva estructura gerencial del Gobierno- y bachaqueros no los respetan y dejan que los vecinos los vean revendiendo las canillas que sacaron de las panaderías a precios, esos sí, especulativos.
Eso, claro, suponiendo que los funcionarios de la SUNDDE no estén encompinchados con esos bachaqueros rojos paníferos, el superintendente debería averiguar eso y no perder el tiempo yendo él mismo a invadir panaderías para después declarar a los periodistas tratando de parecer eficiente.
De regreso a lo nuestro, puedo imaginarme a saboteadores cubiertos con impermeables y con guantes que en cuanto empieza a llover salen rapidito a la calle y sabotean algo eléctrico. Tumban un poste, cortan algunos cables que de viejos y desgastados casi que se caen solos, hacen explotar algún transformador. Sabotean y corren como ratas perversas a esconderse antes que reaccionen los esforzados trabajadores de Corpoelec.
Por la policía no se preocupan, porque los uniformados de El Hatillo sólo se ven de vez en cuando, especialmente por los alrededores de la Plaza Bolívar los fines de semana, entretenidos con sus celulares, los demás días son ausencias evidentes. Le cuento este chisme a pesar de una gran amiga mía que trabaja en la Alcaldía y todavía no me perdona que no hubiese votado por Smolansky. Le confieso a usted que no podía votar por la candidata o el candidato del PSUV porque nunca supe quién era, así de mal anda ese partido por acá.
Puedo imaginarme a esos saboteadores bien equipados contra la lluvia, con sus guantes y sus botas de seguridad y suelas de grueso caucho, cometiendo sus perversidades con rapidez y agilidad y la confianza de que nadie los va a atrapar ni a caer a tiros. Seguramente han sido entrenados, por el imperialismo estadounidense, en sabotear y en ocultarse.
De manera que le pido encarecidamente en nombre de tantos ciudadanos de El Hatillo, burgueses y pobres, que investigue estas sospechas, y anótese ese éxito. Después de todo, con el asunto de la crisis son muchos los maduristas que han comprado terrenos y especialmente casas que pequeños burgueses derechistas, pitiyankis y desconfiados han dejado para irse con sus dólares apátridas a otra parte, y ya bastantes deslenguados opositores que no entienden el socialismo critican al Gobierno en general, y a usted y el sector eléctrico en particular, para encima aguantarse las quejas de sus propios camaradas.
No lo fastidio más, usted es un funcionario sumamente ocupado a diferencia de algunos colegas suyos sólo dedicados a declarar pendejadas. Dedíquele un rato a terminar con el saboteo eléctrico en El Hatillo, que un montón de gente le va a quedar muy agradecida.
Y mi reconocimiento a los trabajadores de Corpoelec, después de tres horas regresó la luz, la batería de mi lap top hecha en socialismo y aguantadora (aunque se le borró la mitad de las letras del teclado, pero nadie es perfecto) puede ahora recargarse.