Gehard Cartay Ramírez: La refundación de Copei

Gehard Cartay Ramírez: La refundación de Copei

 

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Habrá que trabajar ahora por la refundación de Copei, luego de los resultados del domingo pasado.

Quienes luchamos por la validación del partido, a pesar del gran trabajo que hicimos en medio de maniobras de baja calaña y de una gran confusión inducida desde afuera y desde adentro, lo hicimos en función de un último esfuerzo para salvar a Copei.

Fue una dura lucha enfrentando adversarios externos -los del régimen (CNE) y los de cierta oposición que volvió con sus mañas históricas- y también un discurso desde dentro del partido, opuesto a la revalidación, pero sin plantear otra alternativa.

No podía faltar, por supuesto, el cuento chino de que con la revalidación estábamos haciéndole el juego al régimen. Argumento absurdo por donde se le analice, pues todos los partidos democráticos también vienen revalidando su situación en el proceso en marcha desde hace cuatro semanas, y otros lo van a seguir haciendo.

(Y todo ello para no entrar en el terreno grotesco de los insultos y las descalificaciones, nada socialcristianas por cierto, de cipayos, chavistas, agentes del régimen, etc. Quienes hemos combatido a este régimen desde su intento golpista en 1992, sin acercarnos nunca a sus jefes ni haber elogiado a los autores de aquella felonía, no podemos aceptar este tipo de agresiones gratuitas, y menos cuando son una mentira paranoide para justificar una posición interna. Pudieran haberlo hecho con nobleza y sin faltar a la verdad histórica.)

Habrá entonces que producir un gran debate sobre la crisis de Copei y procurar soluciones radicales a la misma. No se puede seguir perjudicando al partido en nombre de intereses personales o grupales que, en el fondo, no están motivados por la reconstrucción del socialcristianismo como movimiento partidista.

Personalmente no he apoyado ninguna de las dos facciones en pugna. Creo que ambas le han hecho un daño inmenso al partido social cristiano, agravando aún más un proceso deterioro que ya tiene, al menos, tres décadas en desarrollo. De allí que sean múltiples las causas y múltiples los responsables, si se hace un examen autocrítico sincero, lo que hasta hoy no ha sido posible. Cada bando interno acusa al otro y nadie asume sus responsabilidades ni errores.

Por esto mismo se ha perdido entre algunos dirigentes el sentido de hermandad partidista e ideológica. De allí que hayan surgido disputas internas -que siempre las hubo-, pero con el agravante de que luego no se respetaran a los vencedores y a los vencidos. No incurro en el error de señalar a nadie en particular, porque se trata de un proceso mucho más complejo de lo que pueda dictar la ojeriza de unos contra otros o la acomodaticia posición de quienes se consideran exentos de responsabilidad.

Lamentablemente se abandonó también la democrática tradición de respetar los resultados de las elecciones internas. En lugar de reconocer el triunfo del otro y asumir la derrota propia, se procedió a judicializar los pleitos domésticos. Hoy estamos en una fase crítica de todo este proceso, precisamente cuando es necesaria la presencia de un partido demócrata cristiano fuerte, en sintonía con la gente y sus problemas.

Copei debe conquistar su futuro, rescatando su historia como lo que fue hasta hace algún tiempo: una escuela política en la que nos formamos muchos dirigentes, iniciados en las luchas estudiantiles y luego en las vivencias democráticas del partido.

Por esa razón surgió una brillante generación de relevo, tal vez la mejor formada en su momento -dicho sea apartando la modestia-, pero a la cual, antes y después, diversas causas le negaron la posibilidad de asumir la conducción del país.

Esa escuela política nos enseñó el valor de la confrontación democrática, el respeto por las ideas ajenas, la tolerancia, la necesidad del relevo y la rotación en el liderazgo, la primacía del diálogo y el sentido exacto de que la lucha política no es una guerra de exterminio, sino una competencia donde se gana y se pierde, por lo que el triunfador siempre está obligado a respetar al vencido y valorarlo como alguien necesario.

Ojalá la responsabilidad y el espíritu socialcristiano hagan posible la recuperación de uno de los más importantes partidos de masas de la historia contemporánea, que hizo una innegable contribución a la democracia y una sólida obra de gobierno al servicio de los venezolanos.

Volveremos sobre este tema.

@gehardcartay