No cabe ninguna duda que Chávez intento reformular la Constitución del 99 para hacerla más parecida a lo que era su proyecto político originario (permanecer eternamente en el poder). Lo intentó con el referendo del 2007 y cuando fue derrotado, lo siguió intentando en nuevo referendo donde logró la re-elección indefinida, y prosiguió filtrando cambios de dudosa legalidad en el tejido institucional del país, como el sistema de las comunas entre otros. Lo que no hizo el líder fue atentar abiertamente contra la propia Constitución, que fue su Constitución. Porque de haberlo hecho hubiese estado en contra de la épica que había venido desarrollando a lo largo de su mandato: “dentro de la Constitución todo fuera de la Constitución nada”, estribillo repetido ad nauseam cada vez que se veía en una situación comprometida.
La acción de Nicolás Maduro de realizar una Asamblea Constituyente Comunal (ACC), que digámoslo de una vez, no es una figura que exista en la Constitución del 99, porque además es un dispositivo que esta fuera de la ideología de Chávez, que se pretendía castro-comunista, ya que su definición es corporativista, es decir, fascista. La estructura ideológica que se puede deducir de su bla bla bla es el clasismo y lo remacho hasta el cansancio.
La ACC de Maduro, tiene la pretensión de quitarse de encima la aplastante limitación de los poderes controladores y reguladores de la Asamblea Nacional hoy en poder de la oposición, que entre otras cosas no le permite legalizar el presupuesto, el plan de endeudamiento y el nuevo esquema de negocio que podrían representar nuevos ingresos de divisas a cambio de la venta descarada de la nación a los intereses extranjeros representados por rusos y chinos fundamentalmente. Renovar el flujo de divisas es hoy un problema de vida o muerte para la pandilla de los siete, sería el oxígeno que necesitan para intentar recuperar las bases sociales perdidas relanzando el aparato clientelar con las misiones, los CLAP y por supuesto para alimentar la inmensa máquina de corrupción creada en estos más de tres lustros. Esto podría, esa es su apuesta, mejorar sus opciones electorales en un eventual proceso en el momento en que ellos estimen conveniente.
También, es objetivo de esta ACC, intentar engatusar al país con una oferta ilegal e ilegítima, que les permita calmar la inmensa insurrección ciudadana que solicita la salida del poder de Maduro. Quieren evadir la realización de elecciones regionales y nacionales para resolver por la vía democrática el gravísimo impasse constitucional. Es una jugada que persigue múltiples objetivos para alcanzar el único fin de permanecer en el poder contra la mayoría de la población que quiere el cambio político como la única posibilidad de sustituir el modelo socialista que mantiene al país en condiciones de hambre y miseria.
Pero también, y no es menos importante, una operación para sustituir el culto a la personalidad de Chávez por el culto a la personalidad de Maduro, acabar con la constitución del 99 e instaurar un nuevo diseño institucional sería borrar a Chávez de la revolución, porque el que habría hecho la revolución e impuesto el modelo castro-madurista sería Maduro, con lo que Chávez pasaría a mero antecedente democrático burgués del socialismo. Esto ya se observa en la retórica del madurismo, en la forma como se estructura el discurso para dirigirse al presidente por la burocracia dominante. ¿Pero qué importancia podría tener esto? Porque es lo ha venido provocando paulatinamente el desprendimiento del régimen de importantes sectores del PSUV, el chavismo no madurista, donde están disidentes como Nicmar Evans hasta la actual Fiscal General de la Republica Luisa Ortega, a la que se suman los dirigentes Eustoquio Contreras quien desde la bancada oficialista objeta la ACC. Esta jugarreta de Nicolás destruye la estructura de la identificación del chavismo que giraba alrededor de la figura de Chávez y de la constitución del 99 como símbolo del régimen; profundiza sus diferencias con lo que se debilita aún más la ya gravemente resquebrajada base de apoyo del castro-madurismo.
La ACC en la medida en que fue rechazada de manera contundente por la Asamblea Nacional, los partidos, la mayoría de los ciudadanos y la comunidad internacional, en la medida en que el oficialismo la lleve adelante, su pretensión es instalarla en 15 días, será de manera abierta un mecanismo dictatorial, con lo que la institucionalidad que de ahí salga no podrá lograr sus objetivos: recomponer el flujo de divisas al país, acabar con la insurrección ciudadana que quiere elecciones generales para el cambio político y mucho menos recomponer su base social.
Lo que logrará será lo opuesto, con el agravante de que la situación de aislamiento internacional se hará mayor con el riesgo de nuevas y más duras medidas contra el régimen y sus funcionarios. Los ciudadanos seguiremos en la calle reclamando la reinstitucionalización del país, la apertura de un canal humanitario, la libertad de los presos políticos. La resistencia cobra cada vez mayor fuerza que es más que directamente proporcional al nivel de represión de los organismos de seguridad del estado, alimentada de manera cada vez más rápida con la incorporación de los sectores populares. El reto es ir a mayores niveles de organización ciudadana que permitan enfrentar la represión y avanzar en la búsqueda de mecanismos de salida que rompan el actual balance de fuerzas. En esto último será el mundo internacional un factor clave para salir del actual impasse institucional.
Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog