Con el asesinato del joven ignaciano Miguel Castillo, ya suman cincuenta muertes desde que comenzaron las marchas en abril, además de los miles de heridos, torturados y encarcelados. Cada muerte significa la desintegración de una familia venezolana y cada preso una angustia permanente en el corazón de sus seres queridos. Esta tragedia no puede continuar ni un día más.
Como venezolana, madre y abuela, en nombre de la Gran Alianza Nacional, GANA, nos dirigimos de nuevo a los diputados de la Asamblea Nacional para solicitarles ejerzan el mandato que el pueblo les dio haciendo valer la destitución de Maduro que acordaron el pasado 9 de enero, y designando a un presidente interino. Pongamos fin a la masacre promovida por el régimen.
Una vez se nombre al nuevo mandatario, las Fuerzas Armadas se fracturarán. Un pequeño grupo, el de los narco-generales, seguirá apoyando a Maduro; pero la gran mayoría de los militares, no tengo dudas que se alineará con el nuevo gobierno y restablecerá el orden constitucional.
Esta fractura no provocará una guerra civil, porque Venezuela no está dividida en dos bandos iguales. Por el contrario, la inmensa mayoría de los venezolanos rechaza a Maduro, tanto así, que no puede asomar la cara en ningún rincón del país sin ser abucheado. Solo un puñado de corruptos y de narcotraficantes respalda al régimen. Aparentan ser poderosos, porque ostentan altos cargos, pero su poder se desvanecerá apenas la Asamblea se pronuncie con contundencia.
No sigamos dándole largas a la salida de Maduro. No enfrentamos a un gobierno, sino a una mafia de delincuentes que tomó a Miraflores por asalto. Debemos desalojarlos de allí cuanto antes. No podemos permitir que las familias venezolanas sigan perdiendo sus hijos a manos de unos criminales. ¡Ya basta! ¡Pongan fin a esta masacre!
Nuestras oraciones con los fallecidos y sus familiares. Nuestra solidaridad con los presos y torturados. Nuestro compromiso de continuar avanzando hasta rescatar la democracia.