Gervis Medina: Si pudieras comerte tus palabras, ¿tu alma sería nutrida o envenenada?

Gervis Medina: Si pudieras comerte tus palabras, ¿tu alma sería nutrida o envenenada?

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Es ya un hecho creciente, que los venezolanos no estamos tomando consciencia, habitamos en nuestra única y verdadera nave espacial, que en algún momento fue declarada Republica y llamada Venezuela. No tenemos otro sitio donde irnos a vivir si acabamos con este. No poseemos la tecnología y los recursos, que nos permita emigrar a más de 28 millones de habitantes, y país que nos reciba.

Este es nuestro único país, y si terminamos cumpliendo el axioma (homo homini lupus), el hombre es el lobo del hombre; entonces quedaremos incapacitados para seguir viviendo en santa paz, debido a que en los próximos años estaremos en el desarrollo de esa guerra entre la ignorancia y el conocimiento, donde predomina en estos momentos la ignorancia como un Credo o una Profesión de fe.





La crisis que atravesamos, y que en estos días se agudiza ha inspirado a un sector cercano al 62% de la sociedad civil organizada, sin representación de partidos políticos, a intensificar su clamor por Venezuela, consciente que los partidos políticos tradicionales y emergentes no tienen la respuesta a la solución del problema. Ante esta realidad es conveniente saber que hay oraciones las cuales pueden hacer que “Dios” se arrepienta y cambie una determinación; veamos.

Una pregunta interesante desde el punto de vista teológico, es la siguiente: “Sí usted se pudiera comer sus palabras” ¿Su alma estaría nutriéndose o envenenándose? Bueno os cuento que este trabajo de campo, realizado a más de 5 mil personas, en varias partes del país, terminó respondiendo “envenenándose” en un 72% de los consultados.

Por lo que, termino entendiendo que las malas palabras que salen del “alma” muestran un “alma mala” o es posible, que se auto engañe el “alma buena” dejando salir palabras malas que la pueden comprometer.

Reflexionemos en lo siguiente; Tomado del segundo libro de la Biblia; después de tres meses de haber salido de Egipto, el pueblo de Israel llega al desierto de Sin, frente al Monte Sinaí; allí acampa y “Dios” convoca a “Moisés” para un encuentro en la cumbre de aquel monte con el objeto de instruirle sobre los principios en que se basaría su relación con el pueblo de Israel.

Dios que es consciente de todo cuanto ocurre en el campamento de Israel mientras habla con Moisés, se dirige al Caudillo, le hace saber su indignación por la actitud del pueblo y le formula una honrosa promesa:

Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.

La idolatría es la actitud más reprobada y rechazada por Dios porque insensatamente el hombre pone en lugar de Dios a un objeto, desafiando la lógica tanto como los dos primeros Mandamientos. Por ese motivo, y por la insistente rebeldía del pueblo, Dios propone un castigo ejemplar: exterminarles; y una honrosa propuesta: hacer de la descendencia de Moisés una nación grande.

Es importante destacar que “arrepentimiento” significa cambio de actitud, cambio de dirección, cambio en la manera de pensar. Dios no se arrepiente al estilo que se pide al hombre, porque Dios no peca. En varios momentos descritos en la Sagrada Escritura vemos a Dios cambiando alguna determinación suya propiciada por el proceder humano. Este relato nos ilustra como una persona puede lograr que “Dios” cambie el curso de los acontecimientos, aún más que cambie una sentencia, una determinación suya. La metodología es sencilla, Él la reitera en la Biblia, es ampliamente conocida y repetida entre el pueblo de Dios:

Cuando evaluamos la condición de Venezuela, notamos que no es un “becerro de oro”, un ídolo, al que se le rinde culto; se han “construido” varios, desplazando a Dios del corazón de los venezolanos. La imagen de alguna deidad, un líder carismático a quien se concibe como “eterno”, una ideología, una organización religiosa. Hagamos una revisión introspectiva, sinceramente reconoce qué está en primer lugar, antes de Dios, y así ya sabes cuál es tu “becerro de oro” que tienes que erradicar de tu corazón.

Por otra parte, Venezuela necesita intercesores que como Moisés puedan cambiar el curso de la historia. Es decir personas que reconozcan la soberanía y el poder de Dios, así como que conozcan sus promesas, contenidas en la Sagrada Escritura; pero que aquello no sea una postura religiosa, ni una formula ritual; sino la vivencia de una persona que camina con Dios día tras día, y que con frecuencia asciende a “la cumbre” para hablar personalmente con Dios. Cuando se te haga otra pregunta como la del título recuerda que “Las cosas que proceden de la boca salen del corazón”

Gervis Medina
Abogado-Criminólogo