La guerra civil desencadenada por Maduro-Padrino y su Plan Zamora son la expresión enteramente de una voluntad política cobarde, insidiosa, inmoral y criminal que poco le importa el destino de la mayoría de los venezolanos. Cobarde cuando agrupa al cuerpo armado, a los colectivos armados y a la Milicia como efectivos para contener mediante la fuerza el derecho legítimo a la protesta de los demócratas consagrado en la Constitución. Criminal cuando empleando las armas de la República para la defensa son los responsables por la muerte de 52 mártires de la democracia, resbalándole el dolor, la angustia y el luto de madres e hijos huérfanos de la sociedad venezolana. Son unos verdaderos monstruos.
Monstruos capaces de acciones degeneradas como el genocidio que amenaza hoy a la geografía nacional, orillando el orden social vigente, irrespetando al cuerpo de leyes al igual que el gentilicio y el modo de vida del venezolano. Monstruos descompuestos por el empleo del poder político irracional e ideologizado del chavismo a juro, reforzado por el poder económico que más allá de la riqueza petrolera, se ancla en la condición de Venezuela como Narco-Estado el cual protagoniza en la nueva sede de la cocaína del mundo una guerra civil con graves consecuencias en el momento de la globalización.
Una guerra civil degenerada con interconexiones internacionales y el empleo de la guerra virtual, al inventar mediante la construcción de realidades falsas, hechos atribuidos a la oposición democrática. Guerra degenerada por laboratorios electrónicos que intenta amedrentar y desviar la firme convicción democrática del 83% de los venezolanos. Venezolanos que están dispuestos a contener la monstruosidad de Maduro-Padrino, hiato contrahecho ya registrado como criminales, a quienes les espera la sentencia internacional por cuanto ya han sido sentenciados como criminales por la mayoría de los demócratas venezolanos
Hiato contrahecho que haciendo uso de la erosión del principio del monopolio de la violencia cuenta con una masa inservible de hombres armados que cobardemente obedecen no a un comandante, sino a medidas laudatorias y canonías de un régimen que, de espaldas a la defensa y a la responsabilidad social, han creado una guerra civil. Por esa razón contienen, violan y terminan por asesinar a venezolanos. Son fuerzas del sicariato de Maduro-Padrino a quienes se les olvidó su partida de nacimiento y son capaces de accionar una guerra civil, conocida como la guerra civil del siglo XXI de Venezuela.
La guerra civil degenerada de Maduro-Padrino obliga a una repuesta de la protesta democrática. Respuesta que tiene ser inteligente empleando la sorpresa, la capacidad para adelantarse, privilegiando la dispersión y desmotivando a los mercenarios de uniforme, que como consecuencia de las variaciones de sus significaciones imaginarias sociales sirven de operadores a dos monstruos. Dos monstruos enloquecidos por el poder, inhábiles y torpes para reconocer el desprecio y la indignación que generan sus criminales ataques, y el juicio histórico que desde ya tanto en Venezuela como en el mundo los ha sentenciado por cobardes ineptos.
La guerra civil que nos toca vivir, que ha decretado Maduro-Padrino como hiato depravado y siniestro será derrotada. Derrotada desde el mismo momento que los demócratas internalicemos que esa guerra como nueva guerra persigue imponer el comunismo vía socialismo del siglo XXI, y todos los demócratas, su liderazgo político emergente y operadores políticos regionales tenemos que coincidir en unificar voluntades, genio, recursos y talento para retornar a nuestra Nación venezolana como una sociedad de encuentro que rechaza la autocracia militarista y que con acciones democráticas como la protesta incremental y la rebelión ganará la guerra civil.
La autocracia militarista formada por militares que olvidaron el juramento como cadetes al recibir las dagas, y mucho más el juramento al recibir el sable como Oficiales comprometidos con la defensa. Militares cobardes y asesinos, vergüenza del cuerpo societal venezolano que han llegado a subordinarse a la mafia de la droga, que tiene como asiento este régimen oscuro, tiránico y retrógrado. Régimen retrógrado, distante del legado civilista de héroes de la patria que ahora han puesto a prueba la voluntad de la protesta incremental donde jóvenes, mujeres hombres y hasta niños convertidos en mártires… tienen la firme convicción de coincidir para derrotar a esta falaz y criminal guerra civil.
Es original, Dr. José Machillanda
@JMachillandaP Director de CEPPRO Caracas, 23 de mayo de 2017