Si algo en el régimen chavista ha resultado eficiente, eso es su aparato propagandístico y comunicacional.
Las inversiones que han hecho en esta materia son cuantiosísimas. Miles de millones de dólares. Pero además hay que admitir que mucho de lo producido comunicacionalmente ha sido de calidad y acertado en sus objetivos.
Una de estas piezas comunicacionales surgió a raíz de los eventos del 11, 12 y 13 de abril de 2002. El régimen chavista vendió la matriz de opinión según la cual la verdad de esos eventos fue ignorada por los medios venezolanos, en particular, los televisivos.
Denunciaron una suerte de blackout informativo. Es innegable que tal cosa efectivamente ocurrió en parte, aunque nunca en la proporción que afirmaron.
Como producto de estos eventos, los comunicadores chavistas, con la ayuda de extranjeros (como siempre es su costumbre en estas áreas), produjeron un documental titulado “La Revolución no será transmitida”, en el cual se relata lo que es su versión de lo sucedido durante esos días.
De esta manera, según ellos, se descubría la verdadera historia. Se envolvían en un manto de mártires para afianzar su tesis del golpe de Estado. Se acusaba a la “derecha” de haber tapado la verdad.
Muchas cosas aprendió el chavismo de este episodio. Una de ellas, la importancia de tener el dominio de los medios y de aplicar, en lo sucesivo, su propia estrategia de blackout informativo.
Esto es precisamente lo que hemos visto todos estos años: restricciones a la libertad de expresión, cierres, expropiaciones y compras sospechosas de medios, amenazas, censura y mucha autocensura.
Hoy el pueblo venezolano no tiene ni información veraz, ni oportuna, ni imparcial.
La dictadura madurista ha obligado a que los venezolanos limitemos nuestro derecho a estar informados exclusivamente a aquello podemos hurgar a través de las redes sociales.
Sin embargo, la tecnología juega a favor del restablecimiento de la democracia en Venezuela. En 2002 no disponíamos de teléfonos inteligentes y cámaras incorporadas a estos adminículos. Hoy sí.
La inmensa represión desatada por la dictadura contra un indefenso pueblo venezolano está siendo documentada a través de una impresionante cantidad de videos y fotografías que día a día miles de venezolanos producen y ponen a circular en las redes sociales.
Cada acto, cada desmán, cada “atrocidad” (para usar la palabra escogida por el Ministro de la Defensa General Padrino López) contra los venezolanos que deseamos respeto a la Constitución, elecciones libres y retorno a la democracia, está siendo documentada gráficamente.
Por supuesto, la prensa nacional e internacional está presente. Innumerables fotografías y videos que inmediatamente son reproducidos en medios del mundo entero dan cuenta de la locura represiva en la que decidió enrolarse el régimen de Maduro.
Con razón, los ataques a los periodistas que cubren las protestas, no cesan. Son incontables los casos de reporteros y fotógrafos agredidos y heridos en cumplimiento de su trabajo.
Hoy sí, la represión está siendo transmitida.
Hoy sí, a pesar de los vanos intentos de los esbirros de la dictadura, se están constituyendo las pruebas que servirán para los juicios que vendrán en un futuro.
Cada soldado, cada funcionario, cada jefe militar, en sus excesos, será identificado.
Cuando triunfe la democracia, el país deberá pasar por un período de varios años desarrollando investigaciones a través de Comisiones especializadas.
Investigaciones que permitirán determinar las responsabilidades que, por violaciones contra los Derechos Humanos, se derivan de las actuaciones de cuerpos como la GNB y la PNB, ante la mirada complaciente y la omisión cómplice de las otras fuerzas: el Ejército, la Aviación y la Armada.
Lo acaba de decir Luis Almagro, Secretario General de la OEA: “Guerra civil de fuerzas del Estado contra personas desarmadas es la realidad del pueblo venezolano”.
La Fuerza Armada Nacional “Bolivariana”, en su totalidad, es responsable de lo que está ocurriendo.
Esas violaciones, por cierto, no prescriben y están debidamente tipificadas en el Estatuto de Roma y serán precisadas por la Corte Penal Internacional.
Prepárense, porque esta vez todo sí está siendo transmitido.