La semana pasada vivimos grandes emociones. Por un lado once talentosos chamos nos recordaron la magia de la esperanza y de soñar. Nuestra Vinotinto Sub20 nos unió como país en un solo sentimiento, en una misma esperanza y en una sola oración. De un lado y de otro nos unimos en un solo color.
Estos muchachos nos recordaron que trabajando en equipo, con disciplina y unión podemos llegar lejos. Lo que antes era impensable hoy se hace una realidad. Somos de talla mundial. Venezuela demostró ante el mundo que somos un país con más futuro que pasado. Con almas jóvenes dispuestas de izar su bandera y dejas su nombre en alto, para orgullo de quienes estamos dentro y fuera de nuestra tierra.
Sin embargo, el mismo día que estos chamos nos dieron la alegría de clasificar por primera vez, en nuestra historia, a la final de un Mundial de Fútbol, horas antes en Caracas nuestras calles se inundaron, nuevamente, de sangre joven.
Con ojos de tristeza e indignación vimos caer a Neomar Lander, un niño de 17 años, producto de la represión de los cuerpos de inseguridad de nuestra Venezuela. Un chamo que lo único que quería era un país y un futuro mejor. Quería conocer una realidad distinta a ésta que nos ha tocado padecer y a la que hemos tenido que sobrevivir, precisamente desde hace más de 17 años.
Hoy nuestra juventud nos demuestra, y le demuestra al mundo entero, que Venezuela está llena de vida, lucha y fe. Que está contra el atraso y la desesperanza a la que le han querido someter. Que nuestra cancha de juego es dentro y fuera del país. No importan las fronteras cuando lo que se quiere es demostrar que Venezuela puede ser un país de progreso y con un futuro mejor.
La lucha que hoy estamos librando no se puede detener. Tenemos que seguir en las calles, peleando con fuerza y dedicación.
Con brío y determinación. Hoy sumamos cerca de 80 días de calle y cuando la gente nos pregunta ¿Hasta cuándo?, nuestra mejor respuesta siempre será ¡Hasta que sea necesario!
Nos quieren quebrar. Quieren que salgamos de las calles y abandonemos la batalla. Quieren que el dolor y la indignación se apoderen de nuestros corazones y no se lo vamos a permitir. Tenemos que hacer de todo esto un punto de honor.
Convirtamos toda esta tristeza en fuerza. Salgamos y gritemos a viva voz que queremos ¡Libertad! Y honremos esa hermosa palabra. Demos a nuestros chamos el orgullo de recordarles que esta lucha es de todos, que aquí estamos para acompañarlos en su misión de alzar el nombre de Venezuela y fijarlo como uno de los mejores países del mundo. Como una nación de progreso, libertad, democracia, paz y oportunidades.
Venezuela no nos rindamos, vamos por más. ¡Gracias chamos, porque en la cancha y en las calles nos han recordado el valor de luchar por nuestra Venezuela!