Unas breves palabras para expresar mi solidaridad infinita con la familia, compañeros, amigos y relacionados de ese gran venezolano que fue Pompeyo Márquez.
A pesar de las permanentes informaciones sobre su salud, preanunciaban el desenlace de hoy, nos habíamos hecho a la idea, inconscientemente, de que Pompeyo no moriría nunca. No lo considerábamos “inmortal”, pero sí algo parecido a “inmorible”.
Desde la madrugada hasta este momento se han multiplicado los mensajes de afecto y reconocimiento a este hombre excepcional. Para él la vida fue una constante aventura en el sentido más serio de la expresión. Inteligente, preparado, integralmente honrado en lo personal y en lo político y especialmente valiente para enfrentar todas las circunstancias. Llegó a tener el poco común coraje de reconocer errores y trabajar duramente para enmendarlos como correspondía a cada circunstancia.
Lo conocí hace muchos años. Yo, un joven dirigente de la Juventud Revolucionaria Copeyana y él, consagrado dirigente del Partido Comunista de Venezuela. Una suerte de simpatía mutua nació entre nosotros sin llegar a intimar nunca. Coincidimos durante muchos años en el Congreso de la República. Fueron más los entendimientos y los acuerdos que las discrepancias. Cuando éstas se presentaban siempre se manejaron con altura y decencia. Pompeyo era, además, un buen consejero.
Quería dejar testimonio de mi admiración y respeto por Pompeyo, por el legendario Santos Yorme de la lucha contra la dictadura y sumarme al duelo nacional que se siente en toda Venezuela.
Miércoles, 21 junio 2017 oalvarezpaz@gmail.com @osalpaz