Todos conocemos la historia de David y Goliat, recogida en la Biblia y si bien muchos no la han leído, sabemos que es una fábula en la que la confiamos en que el pequeño, el desvalido, puede triunfar frente al grande, al todo poderoso.
Por Luis Somaza
En Venezuela sabemos quién es Goliat y nuestro David tiene nombre y apellido, David José Vallenilla, de 22 años, estudiante universitario de enfermería, un joven manifestante que fue asesinado durante una protesta en la autopista Francisco Fajardo a la altura de la base aérea La Carlota, durante la nefasta tarde del jueves 22 de junio.
David José dejó su vida en el asfalto tras recibir varios impactos de bala de un Guardia Nacional a menos de dos metros de distancia, el mismo día en que Goliat afirmaba a los medios de comunicación que “la GNB y PNB han hecho un esfuerzo heroico, sin armas de fuego y sin escopetas; lo suyo lo han hecho con agua y ‘gasesito’ lacrimógeno”.
Vaya ejemplo del ejercicio heroico de unos hombres vestidos de verde que dicen defender la patria y en su lugar defienden al yugo que oprime, reprime y mata a venezolanos sin armas.
Y al igual que David el de la historia bíblica, muchos de nuestros jóvenes que luchan la batalla en el asfalto, luchan con chinas, contra balas, usan escudos de madera contra la tecnología, usan franelas en sus rostros para mitigar el gas frente a las máscaras de la GNB, usan botellas contra bombas lacrimógenas, tienen ganas, voluntad, deseos de un futuro mejor mientras el régimen defiende el hambre, la corrupción y la sumisión.
Estamos de luto por David José y por Fabián Urbina de 17 años, quien también dejó su vida en el asfalto esta semana, vìctima de las bombas de “gasesito”como las califica Nicolás Maduro. Y no son sólo ellos son más nombres que jamás serán olvidados.
Goliat ha sembrado hambre en nuestro pueblo, ha regado la desolación en nuestros campos ante la falta de producción, ha generado desempleo, ha repartido la muerte al negar las medicinas a un pueblo, ha sembrado el dolor en cada madre y padre que observa cómo quiere imponerse con el apoyo de la bota militar dejando tras de sí muerte de jóvenes, hombres y mujeres que se atrevieron a alzar sus voces y a exigir LIBERTAD.
Lo que no sabe Goliat es que el corazón de David José y el de Fabián no han dejado de latir, siguen vivos en el de cada uno de nuestros jóvenes héroes del asfalto, que son capaces de enfrentarse con un escudo de madera a la GNB para proteger y rescatar a quien sólo pudo dar unos cuantos pasos antes de partir.
Nuestro gran David José, nuestro gran Fabián, nuestros jóvenes caídos siguen vivos, porque sólo muere quien es olvidado. Fuerza y fe Venezuela.