La opiniones e indicios coinciden, somos gobernados por delincuentes, enfrascados en darle una lección de dignidad al mundo, para los que no hay justicia, sólo retaliación en medio de la descomposición del Poder Judicial que nos condujo a la encrucijada de la que quieren salir violentamente, avasallando al Estado que puede entenderse como disuelto, y nada mejor para justificarlo que la convocatoria de la oposición a rebelarse contra el gobierno de Maduro y su constituyente, llamado visto como una bofetada por quienes tienen en la confrontación la mejor vía para hacer valer su fuerza, prevalecer y poner orden, por ejemplo, atacando con grupos paraestatales a la AN, con la puesta en escena de un ataque terrorista para hacer pasar por alto los nuevos fraudes de la Sala Constitucional fortaleciendo la constituyente y debilitando al Ministerio Público montándole una estructura paralela desde la Defensoría del Pueblo, atribuyéndose el poder constituyente originario y pretendiendo reservarse los términos de cuanta opción para salir de la crisis plantean en la comunidad internacional, son los mismos bravucones que hablan de asedio a una base aérea, del quiebre moral de las Fuerzas Armadas, de escalada golpista y siguen vociferando que combatirán al Imperio así ponga 20 muros en el Mar Caribe, pero corrieron a pedirle diálogo rehuyendo su respuesta, tan demoledora como la de Luis Almagro.
En esa organización criminal psuvista se están dando reacomodos para garantizar la “paz” de la intimidación y el amedrentamiento bajo un “nuevo concepto de defensa”, ahora bien, esos ajustes son signo del agotamiento reflejado con el desenfreno exhibido condenando el supuesto “ataque terrorista” al TSJ y al Ministerio del Interior, reprobando los aparentes “hechos de violencia inminentemente golpistas” escenificados por un funcionario ligado a la farándula, hacer eso luego de amenazar con pasar a las armas si fracasan con los votos muestra el gran deterioro de un gobierno fracturado, que agudizando el militarismo revela un desplazamiento del centro de poder a manos del grupo de Diosdado Cabello, con una clara ascendencia sobre los nuevos jefes de las REDI, destacando entre ellos un primo de éste emplazado en la capital del país. En la práctica significa mayor degradación de la política con criterios punibles, agravada por la señalización delictiva que pesa sobre el Vicepresidente del Psuv, cuya lealtad está puesta en la picota de no aparecer en la lista de sancionados del @USTreasury y @StateDept, así de grave es la procesión que llevan por dentro, de tal manera que cuando Maduro dice: “estamos dando la batalla entre la lealtad y la traición”, se dirige a potenciales detractores como el del Mazo que se caracteriza por su “falta de tolerancia”.
“La revolución bolivariana” fracasó, el “mar de la felicidad” prometido se pulverizó dejando ver su origen doloso como plan de invasión, la confiscación de la libertad con actos violatorios del orden constitucional así lo confirma, de ahí la necesidad de tapar los abusos del régimen venezolano en contra de su población civil con cargos de traición a la patria, incitación a la rebelión y vilipendio a la Fuerza Armada Nacional, cuyos miembros, procediendo con la misma saña del Coronel Wladimir Lugo, prototipo del militar autoritario, antidemocrático y golpista, ahora esconden su condición castrense por simbolizar la comisión de delitos de lesa humanidad engrandecidos con la brutalidad asesina de los colectivos paramilitares oficialistas, desarrollando amenazas tales como “lo que no se pudo por los votos se haría con las armas”, en el marco de “un golpe del crimen organizado de gran escala” aupado por altos funcionarios psuvistas, todos ellos sindicados de “corruptos, narcos y asesinos”, incluyendo a la pareja presidencial, “versados conocedores de prácticas represivas contra un pueblo que quiere paz y libertad”, que aspiran legitimarse con la trampa de la constituyente. Bien lo dijo Simón Bolívar: “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un Derecho”.
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