En lo interno del país, y también desde el exterior, se perciben notables diferencias entre el tipo de personas que integran los dos grandes grupos en disputa que hoy aglutinan a los venezolanos.
Por Juan José Moreno / @JJMorenoA
Y sin querer pretender presentar a los demócratas como seres perfectos y a los defensores del régimen como asco de gente, sí queremos invitar a nuestros lectores a reflexionar en relación con el gran contraste que existe entre ambos bandos.
Pensemos por un momento en la percepción que podrá ser acumulada en la opinión pública de cualquier país civilizado, al escuchar y contemplar la expresión verbal y corporal de los representantes del oficialismo durante sus discursos antes importantes escenarios internacionales, tipo OEA, ONU y en tantos otros del mundo adonde llevan tamañas mentiras como la de ser Venezuela un Estado con capacidad de alimentar no solo a sus habitantes sino también a las de otros cinco países.
¿Alguien puede, ejemplo aparte, imaginar la cara de un inglés, escuchar a la Delcy Rodríguez descargar su furia y diarréica oratoria contra el secretario general de la OEA? Ni pensarlo. Nada comparable con una exposición de un Julio Borges o de un Luis Florido, durante las audiencias que se les ha permitido en distintos países de América y de Europa, especialmente. Entonces, ¿se percibirá o no el contraste entre los personajes de uno y otro bando ante el ámbito exterior?
Y si vamos a los lídereres de lo que ellos llaman el “proceso revolucionario”, comenzando por la dirigencia del Psuv y en especial por el propio Presidente, podemos encontrar una característica que lo diferencia no sólo del común de los hombres públicos del país sino del resto del mundo, por la indecente forma de dirigirse a la nación a través de las abusivas cadenas de radio y televisión en las que se burlan de quienes disienten de ellos, incluyendo a presidentes de otras naciones, sino del propio pueblo al que consideran imbécil e incapaz de entender la intención de cada acción gubernamental, como los aumentos salariales en cada inicio de campaña electoral, entre muchos otros ejemplos que pudieran mencionarse.
Pero aquí, los hombres y mujeres del régimen y el propio e ilegal Presidente, se quejan de la “campaña de la derecha” en el mundo para desacreditarlo, y uno se pregunta, ¿no es acaso un mayor desprestigio para el mal llamado Gobierno que, además de lo que hacen por la conformación de la negativa imagen que transmiten sus funcionarios del servicio exterior y sus principales dirigentes, el descredito que representa que personajes ubicados en tan importantes cargos como su Vicepresidente y su ministro del Interior sean solicitados por la justicia estadounidense por el delito de narcotráfico? Esto y mucho más, sin incluir que familiares de la pareja presidencial se encuentren actualmente sometidos a juicio en ese país. En contraposición, del lado de los demócratas no existe ningún dirigente señalado ni juzgado por similar o distintos delitos, como sí ocurre con los del grupete “gubernamental”.
En lo interno, existe un enorme contraste entre las facilidades y métodos de manifestar las adhesiones y/o protestas de cada uno de los dos bandos en pugna. Mientras a los demócratas se les impide con bombas y disparos transitar libremente por las calles de las ciudades del país, a los maduristas les ofrecen los distintos organismos del Estado (entre ellos la quebrada Pdvsa y la Alcaldía de Libertador en Caracas) autobuses para su cómodo traslado desde los distintos puntos del país, alimentos y bebidas, e incluso en muchas ocasiones hasta alojamiento en la capital para retenerlos hasta próximas movilizaciones. Además, se les dotan de potentes equipos de sonido y se les monta tarimas frente a las instituciones donde ejercen, con marcada frecuencia, y de forma abusiva e irrespetuosa su protesta, como lo vienen haciendo ante las sedes de la Asamblea Nacional y de la Fiscalía General de la República constantemente asediadas y sin ninguna limitación de parte de las “autoridades”.
En cuanto a los métodos, los demócratas se ven obligados a devolver las propias bombas lacrimógenas que les son lanzadas, aun en los sitios donde se congregan antes de iniciar la movilización pautada hacia distintos organismos del Estado; mientras a los maduristas se les permiten acudir incluso a los lugares donde asisten los demócratas, para golpearlos, como lo vienen haciendo en la mayoría de los actos convocados por la oposición, entre ellos los registrados en oportunidades que parlamentarios se acercan a la sede del Consejo Nacional Electoral, con el consentimiento de funcionarios policiales y de la guardia nacional.
El asalto a la sede de la Asamblea Nacional acontecido el 5 de julio, constituye una de las muestras más evidentes existentes entre la naturaleza de quienes toman partido en uno u otro grupo de personas.
Por eso, la nueva oportunidad que se nos presenta para demostrar el gran contraste entre maduristas y demócratas las tendremos en las fechas 16 y 30 del mes en curso.
La primera, a manera de consulta popular convocada por la Asamblea Nacional con base a los artículos 333 y 350 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que ordena la desobediencia civil ante la evidente ruptura del orden constitucional, la cual nos permitirá demostrar que somos una inmensa mayoría de venezolanos los que aspiramos rescatar nuestra democracia, que equivaldría volver al país que disfrutábamos antes de la llegada de la barbarie que hoy padecemos; en contraste con la que ofrece la ilegal convocatoria presidencial a Asamblea Nacional Constituyente dirigida a profundizar en el desastre que hoy determina la escasez y carestía de los alimentos, medicina y, en general, a la oficialización de un sistema de gobierno que ha demostrado incapacidad para enfrentar los retos del desarrollo al que podemos aspirar como nación. Y yo pregunto finalmente, ¿Y tú, en que lado de estos dos contrastantes bandos te ubicas?
@JJMorenoA