Jesús Peñalver: Libre a medias o menos preso

Jesús Peñalver: Libre a medias o menos preso

Jesús Peñalver @jpenalver

 

a Rosa Amelia Asuaje

“Es mejor exponerse a absolver
a un hombre culpable que
condenar a un inocente”.
Voltaire

 

Como usted quiera verlo o describirlo, más allá de la semántica, la sintaxis y las otras reglas del lenguaje.  Más allá, incluso, de la realidad de los hechos y de las reglas de derecho que deben manejarse en estos casos.

Libre a medias o menos preso, de cualquier modo, su traslado a casa a purgar pena (injusta, se sabe) la hace menos gravosa, aliviana el dolor de la celda doméstica y las cuatros paredes de la propia casa ya le parecerá un palacio donde la esperanza pueda “andar como una reina”, y sus propósitos de cambio por un mejor país se paseen orondos con fuerza y fe, y la irreductible decisión de seguir la lucha democrática.

¿Acaso no complace saber que esta víctima de la barbarie chavista y de su aparato judicial hoy amanece al lado de sus menores hijos y de su mujer?

El hecho que su hogar sirva de prisión –aunque injusta- en esta hora aciaga que vive el país, hay que celebrarlo como la maternidad, el amor, la amistad, la cortesía, y los anhelos más íntimos, individuales y colectivos, por una Venezuela mejor.

Ya la barbarie al mando del muerto Hugo Chávez, había arremetido contra él, que es civil de origen conocido y de familia honorable; que ha ejercicido cargos de designación y de elección popular; que ha ido a la escuale y como si fuera poco, desciende de los Bolívar, estirpe y prosapia conocida en el continente.

Se sabe que sin juicio y sin sentencia firme, no es posible la inhabilitación política. La decisión aquella del también difunto excontralor,  Clodosbaldo Russián, de inhabilitar políticamente a un grupo de ciudadanos, constituyó un ataque frontal a la Carta Magna y una amenaza a la soberanía popular. Es un mandato constitucional inexcusable (art. 5) el hecho de que ‘los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos’. La CGR como órgano del Estado está obligada a guardar respeto y cumplir con la Constitución de la República. Pues Clodo, sumiso él, no lo hizo.

El excontralor (QEPD) secuestró los mandatos constitucionales, ignorando y omitiendo que tenía como atribución instar a la Fiscalía de la República a que ejerza las acciones judiciales a que hubiere lugar con motivo de las infracciones y delitos cometidos contra el patrimonio público; el mandato constitucional y popular sobre que la suspensión de alguno de los derechos políticos establece que sólo es posible mediante sentencia judicial firme (art. 42).

Clodo, obedeciendo a Hugo, secuestró, además,  la voluntad prevista en el artículo 65, ocultando que quienes no pueden optar a cargo alguno de elección popular son aquellos ciudadanos que hayan sido condenados por delitos cometidos durante el ejercicio de sus funciones.

Si los ciudadanos –funcionarios o no-  cometen delitos, sus  casos deben ser presentados a la justicia. Pues no, Clodo no hizo eso.

López estuvo más de tres años en la mazmorra de Ramo Verde, donde se le negaron los más elementales derechos, sufrió solo y junto a su familia –cuando lograban la visita- tratos crueles y degradantes, la desnudez obligada de su esposa y madre,  el dolor de sus menores hijos. Y un sinfín más de vejaciones de parecida naturaleza. ¡Hasta mierda le echaron!

No olvidar que para condenarlo, le fueron atribuidas declaraciones subliminales, entre otras menudencias propias de la chapuza hoy aposentada en Miraflores, de cuyo palacio no es recomendable -por peligroso- salir de noche.

Para mayor abundamiento acerca de la inocencia de Leopoldo López, miren las declaraciones del fiscal que actuó en el caso, y sobre todo, y más importante, el testimonio de la profesora Rosa Amelia Asuaje, la experta lingüista que actuó en el juicio, cuyo informe fue grosera y criminalmente manipulado por la jueza Susana Barreiros, para incriminar al procesado.

Yo sí estoy contento y lo reitero, porque Leopoldo López -líder civil inocente- hoy está un poco menos preso al lado de los suyos. Claro que en la casa de uno, la prisión impuesta por la barbarie, la carga de la pena injusta debe ser menos pesada al lado de los nuestros.

Los hombres, en oportunidades, convierten una causa justa en injusta y hacen de la ley un instrumento de retaliación. Ese es el país que no queremos.

Falta espacio para vaciar el enorme bodrio en que la usurpación ha convertido a la administración de justicia. Aun así, yo quiero que salga en libertad Venezuela.

 

Jesús Peñalver

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