La MUD, que parece no tener propósito de enmienda, nos ha sorprendido recientemente con un llamado a plebiscito sin fundamentación ética ni política. Este llamado tiene el mismo estilo de las mega-marchas (entre las que destaca la del 1° de septiembre pasado) y las de otras actividades que desde su inicio se sabía que no llegarían a nada.
Los que hoy convocan a esta bufonada son los mismos que se opusieron a “La Salida”, vendiéndonos en su defecto un revocatorio que no tuvieron el valor de defender y que, en definitiva, insufló oxígeno al régimen y desesperanza a las masas populares.
En resumen, la MUD convoca al pueblo para preguntarle si está de acuerdo con el gobierno de Maduro o si desea salir de él. ¿Acaso esta pregunta no está respondida por los héroes que perdieron la vida en nuestras calles, por millares de heridos, humillados y apaleados que ya son lugar común en las redes sociales? ¿Acaso millones de emigrantes que convirtieron nuestros aeropuertos en lugares de llanto y despedida no satisfacen la recién nacida curiosidad de la MUD?
Desde tumbas gloriosas y honorables calabozos, esa pregunta ya fue contestada. Es ofensivo para Bassil, para Redman, para Pernalete y decenas de mártires más, preguntar lo obvio y, sobre todo, someter a consulta la procedencia de sus sacrificios.
La curiosidad MUDica debería estar más que satisfecha por la bravura de los venezolanos durante los últimos cien días, con sus ciento ocho inmortales, setecientos diecisiete heridos, quince mil lesionados, mil doscientos cuarenta y ocho presos y trescientos cuarenta y un civiles presentados ante tribunales militares, según diversas fuentes.
Cada día se hace más obvio que a la autotitulada «Unidad» le interesa cohabitar con la tiranía, con fines estrictamente electorales. Más pendientes de ponerle la mano al «coroto» que de libertar a Venezuela, ya hablan de gobierno de unidad nacional donde ellos son la unidad y el término «primarias» brilla por su ausencia.
Ladinamente, el combo AD, PJ, UNT y VP utilizan la desesperación popular para acrecentar su base política. Marchas sin destino, plantones
sin objetivo y cacerolazos sin efectos no han logrado quebrantar la férrea voluntad del pueblo de ser libre; junto a esa determinación crece por instantes la desconfianza en el liderazgo político y el criterio de que solo el pueblo salva al pueblo, muy parecido al expresado en los carteloncitos de carretera «Solo Cristo salva».
Si acaso el propósito cierto es realizar una gran movilización nacional pletórica de eventos de calle, lo procedente hubiese sido llamar a firmar un documento dirigido a Maduro exigiéndole su renuncia, fundamentándose en el artículo 51 de la Constitución, que consagra el derecho de representar o dirigir peticiones ante cualquier autoridad y obtener oportuna y adecuada respuesta.
También hubiese resultado más honorable haber designado el evento del 16 como «Revocatorio Popular» o algo similar, pero organizarlo como plebiscito es tan disparatado como adelantar una encuesta para preguntarle a los niños si quieren helados o si les gustan los caramelos.
Pero lo verdaderamente preocupante de esta absurda convocatoria es que está dirigida a enfriar la recalentada opinión internacional en contra de la tiranía venezolana. No parece ser casual que cuando el Grupo de los 20 (que contiene al grupo de los siete (G7) países más poderosos del mundo) se pronuncia fuertemente sobre la situación de este País, la oposición resuelva indagar sobre lo que quiere el pueblo o, en otras palabras, se interese en aclarar dudas sobre el apoyo popular al madurismo, pues lo que se sabe no se pregunta. El resto lo hará la inmensa maquinaria propagandística del régimen.
Una vez más la MUD traiciona a quienes dice defender y abusa del desespero y de la ingenuidad política de los que le otorgarán su confianza el 16 de julio. El juicio de la historia que sobre ella pesará la colocará –a lo Dante– en los lugares más inclementes del infierno.
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