El proceso no es legítimo . Era previsible desde su origen. Fue concebido como una maniobra política para pasar a la ofensiva. No importaría desdecirse si se lograba el objetivo. La campaña ha sido un verdadero desastre. No importa que la multiplicidad de propuestas nada tengan que ver con su propósito, eso es lo de menos. A final de cuentas lo de “la mejor del mundo” era solo una una frase. Están conscientes del inmenso rechazo. Las amenazas ya no surten el efecto esperado. Más de cien días de protestas continuadas lo evidencian. La apatía es percibida en sus propias filas. El desánimo las recorre. La disputa por el control subyace en la cúpula. Es soterrada mas a veces no puede dejar de evidenciarse.
De imponerse no dispondrá de reconocimiento nacional e internacional. Lo del carácter originario resulta dudoso, no fue aprobada en referéndum. La solución de los problemas más graves y urgentes de los venezolanos no está asociada a su realización. Lo saben pero siguen en la búsqueda desesperada de ganar tiempo, para eso tal vez pueda serle útil .
Todo indica que si Maduro logra imponer su constituyente no logrará legitimarla. La crisis económica-social y la inseguridad seguirán su curso, por la obsesión de mantener sus ya fracasadas políticas. La calidad de vida continuará desmejorando y la necesidad del cambio político estará presente.
La semana que se inicia puede resultar crucial, la convocatoria de Maduro solo será suspendida -como algunos voceros del CNE han sugerido- por un acuerdo de última hora, o por algunos sucesos imprevistos que obliguen al gobierno a retirarla. Hasta ahora la cúpula gobernante, aún contra la voluntad mayoritaria de los venezolanos, mantiene el propósito de imponerla y constituirla en un poder supra- constitucional.
En todo caso “el mundo no se acaba el domingo”. La vida continuará, al igual la lucha social y política. La mayoría que se ha conformado seguirá expresándose. El gobierno no las tiene ni las tendrá todas consigo, al contrario sus dificultades actuales aumentarán. Sus contradicciones tienden a agudizarse. La tendencia a aislarse internacionalmente seguirá creciendo.
Se afirma frecuentemente y con razón que conflictos como los que confrontamos, en definitiva solo se resuelven con una solución negociada. Cuando se habla de ello el subconsciente colectivo recuerda el último intento del frustrado “diálogo” promovido por Zapatero y los otros dos ex presidentes, donde en su preparación, aceptación de condiciones y puesta de escena se cometieron graves y variados errores.
Las negociaciones para la resolución de conflictos no puedes ser fruto de la improvisación, requieren de tiempo para definir las condiciones previas, los garantes internacionales (si los hay) la agenda de los temas a tratar y acuerdos para trasmitir a la opinión pública el estado de las conversaciones. En general estos requisitos no se cumplieron en aquella ocasión, donde la oposición no se encontraba en su mejor momento después de la inconstitucional suspensión del referéndum revocatorio.
Ahora que regresa nuevamente a la palestra el tema, en caso de darse las condiciones para iniciar conversaciones, las fuerzas democráticas deben tomar muy en cuenta la experiencia anterior, estando en mejor situación, el gobierno aún más débil y la fuerza creciente de la aspiración de cambio político, constituyen cartas fundamentales a la hora de plantearse cualquier iniciativa en ese sentido.
La lucha contra la constituyente de Maduro -más en general- todas las manifestaciones de la acción política y social no pueden cesar, ante le eventualidad de iniciar conversaciones con algunos protagonistas en el escenario internacional, ellas no sólo deben mantenerse sino intensificarse; conservando la ofensiva en todos los planos de la actividad de las fuerzas democráticas. Eso es posible considerando en primer término que el proceso intentado por el régimen ha sido totalmente ilegitimado.