Arremetida sin freno. Así está el comportamiento de los precios de los alimentos. El kilo de arroz trepa sobre 17 mil bolívares, la carne escala 25 mil bolívares, el medio kilo de pasta vuela a ocho mil 500, la harina de maíz venezolana revienta la barrera de 12 mil. La suma de los cuatro productos, 62 mil 500 bolívares, representa más de un cuarto de la cestatique de alimentación decretada en 153 mil bolívares a julio. Las familias gastan 40,8 por ciento de la bonificación por solo tres kilos 500 gramos de comida. Así lo reseña laverdad.com
Por Yasmín Ojeda
Jaqueline Colina, cocinera de restaurante, asegura que diariamente hay variación de precios en los rubros. Una caja de tomate que costaba 14 mil bolívares, subió a más de 60 mil bolívares. Un bulto de 24 paquetes de arroz, al mayor, costaba Bs. 154 mil, ya para la semana pasada superaba los 220 mil con tendencia a seguir incrementando en la que inicia.
“Con esos precios no se puede trabajar. En el restaurante ya no sé cómo vender por los caros de los ingredientes. Compro lo necesarios para sobrevivir. Le pago a los trabajadores y tener algo para dar de comer a mis hijos”, lamenta mostrando los cinco tomates que pagó en el mercado Santa Rosalía “para hacer una ensalada y tener algo que ofrecer a los clientes”.
Canasta familiar
De acuerdo al Cendas FVM, la canasta familiar a julio se ubicó en un millón 738 mil 150,55 bolívares. Se necesitan más de siete salarios mínimo integral para cubrir la canasta. María Pérez, ama de casa, reconoce esos cálculos. “En mi casa hay siete personas trabajando para dar de comer a 17 y no nos alcanza”, critica.
En la vivienda de los Pérez conviven cinco familias, siete hermanos dan el aporte de un cestatique, más dos montos de pensiones del Seguro Social y “estamos comiendo mal”, afirma la administradora del abasto. “Vivimos todos juntos porque no hemos tenido para una vivienda. Tenemos que hacer dos kilos de arroz diarios, o lo que se consiga. Ni carne ni pollo se compra porque con un kilo no alcanza. Hay días que hemos comido yuca sola o arepa sin nada”.
“Estos es una locura”, agrega Elio García mientras escoge dos pimentones de un cesto en el mercado popular. El pensionado repite lo que responden los comerciantes al ser cuestionado por los incrementos en precios y las razones del alza. “Está aumentando todo es por el dólar. No hay controles ni nada” recalca.
García acusa que se “usa como excusa” la volatilidad del dólar para situar precios diariamente. “Hay una especulación en todo. Si aumentan uno va en cadena” la modificación de los rubros de la comida. “Ya ni comer pastelitos se puede, porque parece una elegancia por lo caro que están”, recuerda.