Para empezar debemos señalar que las circunstancias entre las diversas geografías del orbe son muy distintas A grosso modo, y con un exceso de simplificación, podemos decir que están los problemas de los países ricos, una minoría, y los problemas de los países pobres, la inmensa mayoría.
En el caso de Venezuela, ya no hay la menor duda de que estamos en el grupo de los países invisibles, a los que Hegel (1770-1831) consideró en su momento: fuera de la Historia. El más grande problema de Venezuela es su déficit democrático y su persistencia a vivir en una pre-modernidad perenne. Así tenemos, que la desigualdad y pobreza de su población, es la evidencia más contundente y desoladora. Lo que explica la instalación de la tristeza y el anhelo de muchos, y quienes pueden, de marcharse del país.
En cambio para los jóvenes del mundo rico, en éste caso: España, los problemas esenciales del actual milenio son: 1. El cambio climático y la destrucción de la naturaleza; 2. Conflictos de gran escala y guerras; 3. Pobreza; 4. Conflictos religiosos y 5. Transparencia de los gobiernos y corrupción.
En la modernidad los escenarios que son percibidos como amenazas a la estabilidad y prosperidad de una minoría de países tienen que ver con el desarreglo de los países pobres y anarquizados. La destrucción de la naturaleza se hace impunemente en los países de la periferia que no cuentan con leyes reales de protección ambiental, razón por la cual, los depredadores del mundo rico encuentran en esos espacios la libertad que en los propios se les restringe para sus lucrativos negocios.
Las guerras no se pelean en los países ricos; sólo hoy azotados por el síndrome del terrorismo selectivo de procedencia musulmana. El temor es que los “juegos de guerra” se den en el patio trasero e implique una escalada nunca antes vista y concrete el temor milenario respecto al Apocalipsis de San Juan. El dictador de Corea del Norte hoy hace amagos al respecto.
La pobreza les preocupa, no tanto porque habite en sus estrechas fronteras, sino porque los “nuevos barbaros” la traigan a sus zonas de confort desde una inmigración bajo el llanto de la desesperación. La obsesión de Trump por construir el muro de los muros en la frontera con México va en esa dirección.
Los conflictos religiosos implican lo que Samuel Huntington (1927-2008) denominó en su momento el: “Choque de civilizaciones” (1996), y que tiene en el fanatismo y radicalismo musulmán su principal expresión hoy traducido en el implacable terrorismo, el gran coco del mundo rico.
La transparencia y corrupción gubernamental les preocupa porque como ciudadanos de sociedades abiertas creen en su filosofía política superior y no conciben la trampa en la más importante toma de decisiones de los políticos que terminan afectando a los dirigidos.
En conclusión: los problemas del mundo no son iguales para todos los países a pesar de la idea globalizadora que virtualmente nos ha hecho creer que sí es así. En Venezuela, mientras se mantenga la actual marcha de la locura, seguiremos bajo el efecto placebo de vivir en las ruinas aunque creyéndonos formar parte de una grandeza pasada forjada por Libertadores idealizados.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ
@LOMBARDIBOSCAN