Luego del aterrador paso del huracán Irma, turistas extranjeros celebraban en la ciudad costera de Varadero y algunos cubanos nadaban en las inundadas calles del centro de La Habana, agradecidos de que no hayan sido peores los daños causados por la letal tormenta en la isla de 11 millones de habitantes, reseña Reuters.
La visitante británica Josephine Breslin, de 49 años, pasó la noche en una cama inflable en un baño de hotel cuando los vientos de 195 kilómetros por hora (kph) de Irma azotaron el principal destino turístico de Cuba, pero tras ayudar a barrer y acomodar el domingo a la mañana ya estaba lista para relajarse.
“Creo que ahora el clima es de alivio, sabiendo que ya pasó (el huracán) y el edificio está aún en pie y todos estamos bien”, dijo Breslin, quien lucía un colorido pareo sobre su traje de baño. “Las personas se están tranquilizando, los vientos se están yendo, el sol está saliendo, y todo vuelve a la normalidad: ‘Ron cubano? Sí, por favor'”, agregó.
Irma tocó tierra en Cuba con vientos de 260 kph, la primera tormenta de esa potencia en llegar a la isla desde 1932, y causó daños importantes a la infraestructura turística, incluido el aeropuerto internacional del centro caribeño elegido por muchos europeos, canadienses y latinoamericanos.
Pero incluso tras haber desplegado su fuerza por casi todo el país, los daños parecían menos devastadores que en otras islas caribeñas más pequeñas. Irma, que causó la muerte a decenas de personas en el Caribe, provocó 10 víctimas fatales en Cuba, que hizo un importante esfuerzo de evacuación previo.
La Habana evitó el impacto directo del huracán, pero los habitantes del empobrecido distrito central de la ciudad ubicada frente al mar tenían que lidiar con una inundación que arrasó sus hogares y pertenencias tras olas de 11 metros que azotaron la capital, transformando calles en ríos.
Algunos buscaban relajarse el domingo dándose chapuzones en las calles tapadas de agua, remando sobre tablones o nadando en busca de tiendas que vendan ron en medio de la inundación.
En el hotel Barceló, en Varadero, Breslin agradeció a los cubanos que la evacuaron en autobús junto a otros miles de turistas que estaban en los cayos antes de la llegada de Irma, y también al personal que le llevó sándwiches a su habitación durante el paso del huracán.
En la mañana del domingo, los pasajeros -en su mayoría británicos- con paquetes turísticos “todo incluido” limpiaron la piscina, pusieron las reposeras nuevamente en su lugar y ayudaron a los trabajadores del hotel a asear y quitar del medio los árboles y ramas caídos.
Por la tarde, los turistas ya se reunían en el lobby del hotel y tomaban tragos en vasos de plástico, mientras sonaba el hit “Despacito” y el personal los animaba a participar más tarde de una noche de salsa.
“Pusimos la música para bajar los niveles de estrés y hacer sentir mejor a los clientes”, dijo Juan Carlos Varcas, de 30 años, un profesor cubano de salsa del hotel.
Otro turista británico, Dave Kelsey, dijo que se estaba relajando luego de pasar parte de la noche acurrucado en una bañera mientras los vientos de Irma azotaban al hotel, volaban reposeras, derribaban palmeras e inundaban las habitaciones.
“Mis hijos no quieren que vuelva, se asustaron mucho”, dijo Breslin, quien ha visitado la isla los últimos cuatro años seguidos. “Pero volveré a Cuba (…) porque los cubanos son adorables”, agregó.
Por Sarah Marsh/Reuters
Fotos Reuters