Lo llaman “pez palillo” debido a su diminuto tamaño y forma delgada. A partir de ahí, se acabó cualquier connotación agradable. Dicen que las experiencias de quienes se han cruzado en su camino son lo suficientemente sádicas como para ir con cautela. ¿Qué hay de verdad y qué hay de leyenda?
El vasto ecosistema de agua dulce del río Amazonas es el hogar de todo tipo de vida animal. Muchas de esas especies prosperan en virtud de lo despiadadas y feroces que puedan llegar a ser. Que esta sea la realidad del candirú es más difícil de asegurar. Si hacemos caso a muchos de los lugareños e indígenas del famoso río, no hay duda, la especie más traicionera y temible es el pequeño y delgado pez.
Cuando hablamos de este anfibio nos referimos al Vanellia cirrhosa, también conocido como candiro azul o pez vampiro. Habita en las profundidades del Amazonas y estamos ante un parásito, principalmente de otros peces, aunque como veremos, también puede atacar a animales, incluidos en la ecuación (de forma excepcional), los humanos.
A diferencia de las pirañas, el candirú ataca de forma individual en vez de en grupo, además, no son especialmente grandes como las anacondas. De hecho, está entre los vertebrados más pequeños del planeta. El pez se suele quedar en la oscuridad del fondo del río, acechando en silencio a los peces vecinos. Allí la luz es escasa, pero el pez no necesita ver, tan sólo necesita seguir las huellas de urea y amoníaco que son expulsadas de las branquias.
En este punto, el diminuto cazador persigue la sombra de su presa, casi invisible debido a su cuerpo translúcido y su pequeño tamaño. Cuando el objetivo exhala, el candirú detecta el flujo resultante de agua y enfila a la cavidad branquial expuesta con una velocidad increíble. En menos de un segundo, penetra la branquia y se retuerce en su interior, sacando a relucir un paraguas de espinas con el que engancha y asegura su posición.
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