No escatiman el uso de cualquier pretexto. Intentan justificar su ineficacia e incapacidad para gobernar. Inventan las causas más inverosímiles. Desde el caso de las lagartijas que provoca apagones, hasta el más difundo y constante: la supuesta guerra económica. Poco les importa si tienen credibilidad. Con su permanente repetición se proponen construir matrices de opinión.
El tiempo en que esa estrategia les producía algún resultado, pareciera ser cosa del pasado. Ya ni siquiera les sirve para unificar a sus más fieles partidarios. Ni siquiera los fanáticos creen en los nuevos pretextos: las sanciones de Trump y los recientes huracanes. Incluso en algunas zonas donde recolectaron dinero con mucha anticipación, para asignar las cajas del CLAP argumentan que las causas en su retraso obedece al terrible terremoto ocurrido en México.
Los venezolanos tienen años sufriendo las consecuencias de las políticas en él área económica que se traducen en inflación y escasez, dificultando cada vez más las condiciones de vida de la inmensa mayoría. A la búsqueda desesperada de alimentos y medicinas, se añaden la carencia de efectivo y gasolina. Mientras repiten que somos el país con las mayores reservas petroleras del mundo, sufrimos la,escasez de combustible. Una muestra monumental del desastre en que han convertido a PDVSA, después de haber estado entre las primeras empresas petroleras del mundo.
La pérdida de credibilidad y el gigantesco rechazo al gobierno se manifiesta en todos los estudios de opinión, ellos los conocen y en vez de proceder a cambiar sus políticas insisten en la búsqueda de argumentos para mantenerlas, pretendiendo justificar lo injustificable.
En el inicio de la campaña de sus candidatos para las elecciones regionales pudimos observar un elemento unificador del mensaje; presentando a cada candidato como el garante de la paz en sus respectivos estados. Así Aristóbulo es el garante de la paz en Anzoátegui como Vielma en el Táchira. Ni por asomo la menor referencia a los principales problemas del país o de la región. Se trasluce el propósito de presentar el diálogo como iniciativa del gobierno y utilizarlo en los días que restan de campaña.
Ese pareciera ser el eje de su política electoral junto a algunas iniciativas y discursos destinados a favorecer la abstención opositora.
La iniciativa de la ilegítima constituyente no parece destinada a cumplir el rol previsto inicialmente, el rotundo desconocimiento internacional de que ha sido objeto, les dificulta sus planes, el aislamiento del régimen es más que evidente. El escenario internacional es fundamental en esta lucha, por supuesto junto al desarrollo de nuestra acción en Venezuela.
En ese contexto se inscribe el objetivo de participar y obtener un rotundo triunfo en las elecciones de Gobernadores, para afianzar los notables avances alcanzados en la lucha para lograr el cambio político. Se trata de no despreciar ningún terreno para la acción, menos aún aquellos donde se ha mantenido un constante crecimiento y tenemos un mejor dominio y destreza en nuestro despliegue, tal como ha sido suficientemente demostrado.
Nos encontramos nuevamente ante la posibilidad real de proyectar una victoria que retomé la ofensiva política, recuperé el entusiasmo y la movilización de calle en todo el país. La Mesa de la Unidad ha comprendido adecuadamente tal situación y ha adoptado las medidas necesarias para enfrentarlas, reduciendo a su mínima expresión las falencias y las secuelas de las primarias realizadas para seleccionar los candidatos. Disponerse a enfrentar con éxito este nuevo desafío tiene gran sentido por los efectos trascendentes -nacional e internacionalmente- que implicaría otra contundente derrota del oficialismo, demostraría nuevamente el fraude de la constituyente y la condición minoritaria de quienes pretenden perpetuarse en el poder. Bien vale la pena asumir el compromiso de votar el domingo 15 de octubre.