Si algo sabe hacer bien el régimen venezolano es combinar las triquiñuelas que le brinda la utilización inescrupulosa de algunas importantes instituciones que domina, como el TSJ y el CNE, con el juego psicológico ‘Made in Cuba’.
Mediante artificios y gambetas leguleyas logran manipular las disposiciones constitucionales y lo establecido en las leyes para crear grandes confusiones en el mundo opositor.
De esa manera, logran ventajas en todo tipo de situaciones, en particular, las electorales como esta que se nos presenta para el 15 de Octubre.
Ni hablar de su habilidad declarativa. Sin duda, es de calle superior a la muy deficiente capacidad comunicacional de la coalición que reúne a los principales partidos políticos de oposición.
Las elecciones que tenemos en puertas, llamadas regionales pero que en realidad solamente de Gobernadores, son un ejemplo.
Un proceso electoral que había sido retrasado expresamente por el régimen, una elección que está pautada en la Constitución, una elección que no tenía por qué generar ninguna discusión, la lograron convertir en un caos para los electores opositores, planteándoles el falso dilema de participar o no participar.
El “cómo lo hicieron” es ya del dominio público si uno se preocupa solamente en revisar los acontecimientos políticos de los últimos dos meses. Hay que admitirlo: son unos artistas sumamente capaces y creativos con una ilimitada devoción por el mal.
Por suerte, las cosas van cayendo por su propio peso. Progresivamente, la amenaza inicial de un gran abstencionismo se ha ido disipando.
Poco a poco, algunos sectores influyentes en la opinión pública han ido entrando en razón acerca de la necesidad de votar en estas elecciones.
También cabe decir que, dentro de un sector de clase media y media alta, fundamentalmente caraqueño, que a veces cree que “el país” sólo son ellos y más nadie que ellos, o que cree que Caracas es Venezuela porque el resto es “monte y culebra”, se había producido una clara campaña por la abstención. Afortunadamente, esto también se ha calmado.
Por supuesto que estas elecciones no “sacarán” a Maduro. Eso lo tiene claro y lo entiende perfectamente más gente de la que uno cree. Y a pesar de eso, irán a votar. Iremos, quise escribir.
Tampoco se arreglarán mágicamente los principales problemas del país sólo porque la oposición gane 15, 18 o 23 gobernaciones. También lo sabemos.
A los que sostienen todavía que estas elecciones son “para defender espacios”, le decimos que sabemos que esos espacios que ganemos sufrirán la arremetida de la dictadura mediante abusivas intervenciones cuya naturaleza ya conocemos.
Sin embargo, hubiera sido un gravísimo error dejarles el camino libre a los delincuentes que hoy nos gobiernan. Mientras podamos ponerles piedras en el camino, hacerles las cosas más difíciles, y subirles el costo político de sus abusos, lo haremos.
La comunidad internacional tampoco hubiera entendido que no asistiéramos a estas elecciones. ¿Cómo explicarles que llamamos a la abstención en unas elecciones establecidas en la Constitución Nacional?
Por cierto, cuando hablo de comunidad internacional me refiero a aquella que está constituida por los gobiernos de los diferentes países que hoy nos apoyan, que son la enorme mayoría, y a los organismos multilaterales como la ONU, la OEA o la Unión Europea.
Es decir, la de verdad, no la de ciertos opinadores o personajes que tuvieron alguna vez el poder, a quienes les agradecemos también su apoyo pero que sin duda no tienen la verdadera influencia que tienen los gobiernos en ejercicio.
De tal manera que es auspicioso ver que las últimas encuestas ya van indicando una propensión muy clara de la mayoría a votar este 15 de Octubre.
Mientras menor sea la abstención del voto opositor, el régimen sufrirá mayor número de derrotas.
Así que la consigna para este 15 de Octubre es:
¡Todos a Votar!