Una pregunta reiterante y sin tregua con la cual me atosigan los más pesimistas de mi entorno es, ¿cuándo finaliza el régimen? ¿Cuándo sus retorcidos argumentos para envilecer a una nación tenderán a enflaquecer? Acaso no existe un deseo imperativo nacional por restablecer los buenos modos a una ciudadanía que está a punto de la histeria colectiva. Será tal vez que el valor, el aplomo para lo encomiable y la sensatez para la precisión de las acciones, permanece sólo como un bosquejo antiguo en los libros de nuestra historia libertaria.
Para avivar esa confusión, este gobierno sigue golpeando con su cachiporra de alteraciones y burlas a la legalidad. Los resultados falseados en las últimas elecciones de pacotilla, tienen perturbado a más de uno y con una consternación tan inquietante, que ya no le encuentran sentido a los esfuerzos y casi apelan a la resignación.
Por ello, el rechazo de los gobernadores opositores a juramentarse en la infausta e ilegal ANC, asumiendo el riesgo de perder la dádiva de poder que les dio la dictadura, tiene el valor y el sentido de la lógica, pues no consiguen la manera y la forma de apagarle el fuego encendido de la decepción del ciudadano, hacia la representatividad de la MUD.
El mismo secretario general de la OEA, Luis Almagro, no dudó en despotricar de la oposición venezolana, al señalarla como parte del fraude, al participar en unas elecciones sin garantías y demostrar una incapacidad para defender el voto de la gente.
Entretanto, los EEUU han exigido auditoría al proceso y crear un poder electoral independiente, además de desaprobar que obliguen a los gobernadores a subordinarse a la Constituyente. Sin embargo, la promesa que sus marines arriben para restituir la democracia venezolana para muchos es una alternativa, aunque la disidencia cubana tiene casi 60 años esperando una resolución salvadora de los norteamericanos.
Pero la política no es una espiral desmesurada, que se aleja de las salidas posibles. Nuestra realidad tampoco es un laberinto al que le han tapiado las alternativas de ver la luz de la libertad.
Existe un dictamen estremecedor que se desprende de los especialistas sociales, políticos atildados e intelectuales exhaustos de tantos hechos conocidos por sus costuras: “la dictadura venezolana ya es percibida en el mundo”.
El rechazo internacional es cada día más creciente frente a los abusos viscerales del régimen, el cual anda de su cuenta y riesgo frente a nuevas acciones y sanciones, pues el planeta no cree más en sus artificios de fantasía y en un sistema percudido con su defensa mortífera.
Mientras, el calendario se vuelve insufrible, la inflación se destripa a reproducir sus cifras implacables, el hambre no se calma con un cuenco de sopa hecha con agua de arroz o con la audacia de quien escruta en la basura buscando un bocado insolente.
Es cierto que este mandato desventurado tiene el ingenio soberbio de tergiversar las buenas intenciones y de cercar cualquier intento hábil y justo, por cumplir con las leyes verdaderas.
No obstante, existe un impulso notable que hoy está aplacado por la confusión, pero que continúa recibiendo su dosis diaria de penurias. La soga del deterioro sigue apretujando y en cualquier momento, con un humor sombrío y sin considerar mucho las posiciones de las fracciones partidistas, saldrá a resolver por sus propias manos, lo que hoy parece un callejón sin salida.
MgS. José Luis Zambrano Padauy
Director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
@Joseluis5571