El pasado 16 de julio 2017, hace escasos 3 meses, se celebró en Venezuela uno de los actos más soberanos, pacíficos y democráticos de los últimos tiempos; un plebiscito impulsado por la Mesa de la Unidad Democrática en el que más de siete millones seiscientos mil (7.600.000) venezolanos, en diferentes partes del mundo, manifestamos de forma clara y contundente, nuestro rechazo a la propuesta constituyente de Nicolás Maduro, por considerarla inconstitucional al no haber sido aprobada previamente por el pueblo venezolano. El mandato de ese día fue enterrado, obviado, burlado para desmoralización de nuestro pueblo.
Quienes participamos en ese evento, lo hicimos confiando en la seriedad y la coherencia de quienes lideran el conglomerado opositor del país, dando sustento a todas las reclamaciones que nos aquejan a los venezolanos dentro y fuera del territorio nacional e incluso, dando la instrucción específica de hacer todo cuanto fuera necesario para restablecer el orden constitucional y la institucionalidad que nos arrebató el gobierno delincuente de Maduro y sus carteles de la droga.
Ese mensaje del plesbicito se diluyó como la sangre de los más de 150 jóvenes asesinados por la represión de las fuerzas del “orden público” y las voces de reclamo se silenciaron tan rápido como los gritos de los presos políticos, los torturados y los exiliados. Lo lamentable es que quienes apagaron la calle y atestaron el golpe más infame a la resistencia no fue la narcodictadura sino sus supuestos detractores. El llamado a elecciones regionales se hizo cuando aún resonaban las lacrimógenas, sin embargo, con escepticismo se aceptó el llamado a elecciones regionales a pesar de la evidente falta de garantías para no “dejarles todo” como en aquella oportunidad en 2005 cuando no se participó en la elecciones a la Asamblea Nacional.
Los pioneros, precursores en esta cruzada electoral fueron los adecos, que al llamado de Henry Ramos Allup se dejaron convencer con el argumento de no entregarles los espacios a un régimen que no tendría pudor en imponer a sus más serviles candidatos. Causó fuerte impacto dicho llamado pero pronto se fueron sumando el resto de los partidos y se fue convenciendo al deprimido electorado de que VOTAR era la mejor opción. Lo que jamás se le dijo a los venezolanos era que en esa ansiedad por recuperar “espacios” se legitimaría la espuria Asamblea Nacional Constituyente. Ni mucho menos bajar la cabeza a cuenta de tener una vocería en alguna región, habrase visto semejante justificación. Es nuestro derecho legítimo expresar vocería desde cualquier rincón de nuestra tierra o del planeta para defender a nuestra patria.
En el esfuerzo democrático del pueblo, se superaron las trampas y los fraudes electorales, alcanzando 5 importantes gobernaciones del país, lo cual no refleja ni con mucho, el verdadero sentir del pueblo respecto al desgobierno nacional y sus corruptelas pero que serían un ejemplo de lucha y de reconquista de los espacios públicos. Desde mi punto de vista y como dije en mi columna pasada, creo que debió hacerse una mejor defensa de los votos tomando acciones conjuntas respecto a los resultados electorales. Nuevamente, nos sorprendió el enanismo político de algunos que se concentraron en asegurar sus parcelas sin importar el objetivo esencial que era consolidar la patria. Pasada la oportunidad de impugnar, los 5 gobernadores electos debieron haberse mantenidos unidos en un solo criterio coherente con las luchas que antecedieron al proceso electoral. Asumieron por el contrario una actitud nerviosa y débil como quien tiene miedo a que le quiten el botín, en lugar de defender su derecho constitucional a defender sus votos con las pruebas de fraude que se detectaron.
La exigencia de la juramentarse ante la Asamblea Nacional Constituyente fue anunciada por Maduro días antes de la elección y los candidatos opositores negaron la posibilidad de aceptar la ilegal propuesta. Definitivamente creo que fue, cuando menos, un error que los 4 gobernadores de Acción Democrática se plegaran al capricho de la Asamblea Nacional Constituyente pues frente a la comunidad internacional, el costo de desconocer 5 gobernadores elegidos por elección popular hubiera sido altísimo para el narcorregimen a quienes tenían contra la pared. Pero los bandoleros lograron, una vez más, dividir a la Mesa de la Unidad Democrática y con ella a toda la oposición.
Más que penosa ha sido la posición del partido Acción Democracia. Después de haber sido precursores de la democracia venezolana, hace más de 70 años. Enlodaron la historia y el legado de dignos ejemplos como Don Rómulo Betancurt, Rómulo Gallegos, Raúl Leoni, Leonardo Ruiz Pineda – valiente gocho- Alberto Carnevali y otros tantos, que con su ejemplo de lucha y sus conductas verticales, inspiraron a millones de venezolanos.
Yo pensé que Henry Ramos Allup, un adeco formado al lado de grandes voceros de la historia democrática del país, tendría una posición más sólida como máxima autoridad de Acción Democrática, pero como millones de venezolanos, fui sorprendido en mi buena fe. Hoy los adecos, gracias al contubernio de Henry Ramos Allup, cargan sobre su conciencia la desgracia más deplorable, la de haber mantenido al chavismo en el poder cuando estaban prácticamente agonizando, en su peor momento de rechazo por parte del pueblo. Resultó ser el negociador estrella y el artífice de los acuerdos con los narcodelincuentes.
Con indignación y tristeza ví, a la gobernadora electa del Táchira doblegarse ante la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, en contra de su gentilicio, pues los gochos (con gran respeto lo de gochos) son aguerridos, corajudos y bien arrechos carajo, para que la recién electa y en el supuesto nombre de su pueblo, se arrastrara, como si violentar la ley y el mandato popular fuera su derecho. No me venga ninguno con el discursito barato de que aceptaron la humillación en beneficio del pueblo que los eligió porque como dice el refrán popular: Más vale morir de pie que vivir arrodillado. Con frases como: “Gobiernen desde el exilio pues..” pronunciadas por la autohumillada gobernadora, refiriéndose a todos los gobernantes que han sido inhabilitados y perseguidos por pensar distinto al régimen, tratando de ridiculizar esas violaciones de los derechos de estos dirigentes. Qué vergüenza, todo por una silla en un cascarón vacío, sin recursos para ayudar a su pueblo. Al día siguiente de su genuflexión ante la ANC, como ya es costumbre, sus nuevos jefes le nombraron a su gobernador paralelo, le quitaron la Policía y la administración de los peajes viales, solo como abreboca para no perder sus “espacios políticos”. Qué tal?
La situación que vive la patria reclama líderes honestos, políticos en los que la gente pueda confiar y no personas que jueguen gallo tapao. En ese sentido, aplaudo la posición del gobernador electo por el estado Zulia, Juan Pablo Guanipa, reservorio de la dignidad política y moral patriótica que fue el único que se mantuvo fiel al mandato popular del 16 de julio, a la constitución de 1999 –aún vigente- y a los principios y valores democráticos.
Indudablemente, la posición de la oposición debió ser unívoca e indubitable: desconociendo total y absolutamente el llamado ilegal de la Asamblea Nacional Constituyente. No existe una sola sociedad en la historia de la humanidad que haya logrado su libertad humillándose. La preocupación internacional crece, observando esta última ofensiva de la dictadura , se ha pronunciado tanto la Organización de Estados Americanos-OEA, el Grupo de Lima, Canadá , la Unión Europea y los Estados Unidos piden un CNE imparcial, elecciones limpias y consideran que ir a elecciones municipales ya convocadas para el próximo Diciembre con esas condiciones , sería una traición a la patria.
En las últimas horas hemos visto algunas posiciones de Partidos, grupos y alianzas electorales, unos sumándose a participar en dichas elecciones municipales y otros negados a hacerlo, ¿habrán sacado algún aprendizaje de esto los cogollos de la unidad? Por el bien de la patria espero que sí. Hoy más que nunca necesitamos remar en la misma dirección.
Con más coraje que nunca, sigo desde mi particular cárcel del exilio, dando la pelea con lo único que me queda MI PLUMA y MI PALABRA.